Uno se saca del grupo de padres como del tabaco. Del tirón. Sin vuelta atrás. Por salud. Mi compañera en La Voz María Hermida publicó un artículo muy acertado sobre ese plural que empleamos en la crianza de los hijos. Un plural que jamás les escuchamos a nuestros padres. Sí, aquellos locos que nos llevaban a cinco atrás en el coche sin cinturón de seguridad, vomitando unos sobre otros y sin parar por los lloros, con Nino Bravo en el casete a todo trapo para amortiguar las quejas. ¿Eran unos desalmados o hacían lo correcto? Bienvenido sea el progreso, pero habrá un término medio entre el trato medio salvaje en el que crecimos las familias numerosas de los sesenta y los refugios nucleares en los que metemos hoy a los críos.

Es cierto que muchos les hablan en plural. Me cuentan anécdotas que sumar a las de mi compañera. Todas ciertas y de antología del disparate protector. Lean: «Un día escuché: ‘‘¿Qué tal el trabajo de bio?’’. Y el chaval dice: ‘‘Regular’’. Y contesta la madre: ‘‘No le digamos nada a tu padre, que se va a disgustar’’. (Lo había hecho el padre)». Unas madres que se dirigen a otras: «Estoy indignada, ¿viste las preguntas que les mandaron de deberes a las niñas? Pues en casa ni su padre ni yo ni su hermana mayor fuimos capaces de contestarlas». Mis padres no tenían ni idea de si hacía o deshacía los deberes. Jamás me preguntaron y estoy vivo. Otro testimonio sobre el uso del plural: «Bien, sacamos un 10». Se alegran en plural, porque el examen se preparó entre dos o tres. Es genial cómo se delatan cuando el niño llega con ese 6 por un trabajo y la madre salta de golpe al singular: «¡Me puso un 6 por el trabajo!». En singular se conjugan otras cosas más espinosas. Por ejemplo: «No te preocupes, ya hablo con tu profe. Cómo se va a atrever a suspenderte. Ya lo arregla mami».

Pero no solo el entorno escolar es una mina. Están los parques, donde se escucha: «Ay, qué pupa nos hemos hecho». O «tenemos que acabarnos el bocadillo, que nos gusta mucho». Y el mítico: «No lloremos más, ya se nos pasó». Frases y más frases en plural, como si el niño formase un ente con sus padres.

No lo hacemos por mal, pero el lenguaje que empleamos hace daño a los pequeños. Se convencen de que viven bajo un cielo protector cuando la realidad es áspera. Vamos mal por esa senda. He dejado para el final lo que está pasando en las universidades. Me lo cuentan profesores y no termino de creérmelo. Los padres matriculan desde hace años a sus hijos. Si resucito a mi padre y se lo cuento, se muere de risa. Jamás me hizo un papel de la universidad. Y, peor todavía, abro comillas: «Vienen los padres a la universidad a hablar con los profesores. En primero de carrera es muy habitual. Desfilan los padres como si los chavales siguiesen en el colegio». Quiero pensar que son casos extremos. No sé por qué estamos expectantes con la inteligencia artificial cuando los padres ya la practicamos con nuestros hijos. Somos para ellos una IA, una prótesis mental protectora. Dejemos que, dentro de un orden, los críos se deslomen contra el mundo. Hay que disolver esas AMPA que se convierten en auténticas hampas que presionan a los profesionales de su enseñanza.

QOSHE - Críos sobreprotegidos - César Casal
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Críos sobreprotegidos

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05.11.2023

Uno se saca del grupo de padres como del tabaco. Del tirón. Sin vuelta atrás. Por salud. Mi compañera en La Voz María Hermida publicó un artículo muy acertado sobre ese plural que empleamos en la crianza de los hijos. Un plural que jamás les escuchamos a nuestros padres. Sí, aquellos locos que nos llevaban a cinco atrás en el coche sin cinturón de seguridad, vomitando unos sobre otros y sin parar por los lloros, con Nino Bravo en el casete a todo trapo para amortiguar las quejas. ¿Eran unos desalmados o hacían lo correcto? Bienvenido sea el progreso, pero habrá un término medio entre el trato medio salvaje en el que crecimos las familias numerosas de los sesenta y los refugios nucleares en los que metemos hoy a los críos.

Es cierto que muchos les hablan en plural. Me cuentan anécdotas que........

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