Hay decisiones que duelen hasta en los que cierran filas con el presidente Sánchez. El nombramiento del ex secretario de Estado de Comunicación en la Moncloa como presidente de la agencia Efe ha sido criticado incluso por los más fieles a las políticas del socialista. Miguel Ángel Oliver sustituye en el puesto a Gabriela Cañas, quien ha sido la primera mujer en el cargo y que estaba al mando desde el 2020. Oliver, como responsable de Comunicación de Sánchez, provocó la protesta de cientos de profesionales al prohibir las preguntas al presidente en un momento tan delicado para todos como fue el de la pandemia.
Así es que nadie critica la decisión de auparlo ahora a la presidencia de la agencia estatal de noticias por el currículo amplio de Oliver, sino por la más que demostrada militancia partidista que ejerció en unas horas dramáticas de España para proteger a Sánchez por encima de la necesidad de información que tenían todos los españoles. Es esa desfachatez de Oliver la que pone en entredicho que sea el profesional idóneo para estar al frente de una empresa que sirve noticias a los medios de comunicación en España y en el extranjero.
El pudor democrático de un presidente del Gobierno es fundamental para el mantenimiento de las instituciones. Hay líneas rojas que no se deben cruzar. Llevar al puesto más alto de un medio público a un comisario político no es acertado para el bien común de los ciudadanos, como tampoco es de fiar para las empresas que pagan escrupulosamente la factura que Efe les pide por sus servicios.
La intención institucional importa. Las formas son claves en democracia. Para que nos entiendan los lectores, Sánchez ha puesto directamente al frente de la principal difusora de contenidos informativos a su jefe de prensa, un jefe de prensa que ya se distinguió en la principal crisis de salud que ha vivido Occidente por anteponer la protección de su líder a la transparencia de que el presidente Sánchez se sometiese entonces a preguntas sobre la pandemia.
Si lo hace Putin, que vuelve a presentarse a la reelección, nadie se sorprendería. Que Putin ponga a llevar la agencia Tass a su jefe de prensa parece lo lógico. Pero España es una democracia plena. Sánchez toma la decisión además sin temblarle el pulso ni importarle las críticas recibidas hasta en medios afines. Da la sensación de que su mayoría en el Congreso es amplia y segura, no la mayoría dificultosa con la que se sostiene, en un equilibrio que pasa por Cataluña, el País Vasco, Waterloo y, ahora, Podemos.
Lo peor de no corregir estos fallos es que Sánchez le hace un daño inconmensurable a las instituciones de este país. Ayer mismo, el presidente del Gobierno. durante la presentación de su libro Tierra firme, siguió el chiste del mediático presentador Jorge Javier Vázquez y bromeó a carcajadas sobre la figura del verificador internacional que estuvo presente en la primera reunión entre el PSOE y Junts; un asunto que a él le moverá a chanza, pero que perjudica también la credibilidad del edificio democrático de España.
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