Se llama Jorge Freire (Madrid, 1985). Es el autor de dos joyas del ensayo. Los dos están en la editorial Páginas de Espuma. Primero, publicó y ganó el premio Málaga de pensamiento con Agitación, el mal de la impaciencia. Y ahora nos vuelve a golpear con La banalidad del bien. No se los pierdan. Tiene más razón que una biblioteca de filósofos entera. En una entrevista a El Confidencial, en la que habla como una metralleta, dispara a todo lo que se mueve demasiado o a los que solo ofrecen mercancía falsa. Cuánta falta nos hacen tipos peligrosos que piensan sin cortarse y que nos obligan a detenernos y a usar la cabeza para algo más que agacharla hacia el móvil. Relaciona su primer libro, sobre cómo perdemos el tiempo con la agitación y la dispersión de tareas, con su segunda obra, en la que alerta del buenismo de pegatina, de los falsos colegas en las redes sociales y en las relaciones laborales.

Lean sobre la dispersión: «Si ya llegamos a un punto en el que las series de 20 minutos nos parecen largas… Al menguar nuestra concentración está menguando nuestra inteligencia. La atención es el nuevo medidor de la inteligencia. Hace cuarenta años un politólogo dijo: cuanto más aumenta la información, más mengua la atención. Y esa profecía se ha cumplido. Si no tenemos una capacidad de focalizar nuestra atención durante un tiempo no hay inteligencia». Jorge Freire nos suelta que nos estamos quedando sin inteligencia. Así de sencillo. Pero va más allá. Aliviamos la conciencia con palabras, con un tuit. Soltamos una frase sobre Ucrania o Gaza y pasamos a otra cosa. Cita una frase tremenda de Hume para explicarnos su teoría, que es una realidad: «Es que además es mentira que a la gente le importe tanto lo que pasa en Gaza o en Kiev. A la vista está: cuando pasan unos meses, a la gente se le olvida por completo. Hume decía una cosa que puede parecer muy dramática: es preferible la destrucción del universo que un rasguño en la mano. Y también decía: si nos enteramos del hundimiento de un imperio oriental no nos va a afectar tanto como que le pase algo a nuestro panadero. Y eso es razonable. El círculo de la empatía es un radio que a medida que se extiende pierde fuerza. Y lo mismo sucede con las empresas. A las compañías lo que les interesa es tu trabajo, no tu sonrisa. Esas empresas que te dan libre el día de tu cumpleaños y otros guiños como el del teletrabajo solo persiguen comprar con bondad tu bondad para que no digas nada por estar todo el día trabajando desde el móvil.

Es contundente con derecha e izquierda. «La derecha boomer que tenemos en España es una derecha que no se ha ido de los esquemas de la Guerra Fría y que llama izquierda a lo que no es más que turbocapitalismo», dice. Y añade: «Sumar es la agenda del Tío Sam amplificada. Sumar tiene una agenda liberal que nos habría parecido de derecha capitalista hace treinta años. Pero ahora nos parece muy progre. Es una supuesta izquierda que está defendiendo cosas que son turbocapitalismo, es decir, un sujeto libérrimo, decisionista y de moral de supermercado». Así de rota está la política.