El relato de Virginia Woolf que lleva por título Un cuarto propio es considerado un alegato feminista; en él se habla de las dificultades que han tenido —¿y tienen?— que sobrellevar las artistas. Desde una mirada superficial, podríamos extraer de su lectura la conclusión de que si una mujer quiere escribir debe tener el dinero suficiente para la subsistencia, y un lugar en el que poder aislarse para trabajar.

La autora plantea la hipótesis de que Shakespeare hubiera tenido una hermana con un talento similar al suyo, para concluir que no habría podido desarrollarlo. La familia le hubiera obligado a cumplir con las tareas domésticas, y aunque ella —al contar con el mismo pulso poético e interés por el teatro que su hermano—, hubiese transgredido las normas y persiguiese su sueño, no sería extraño encontrarla pululando por Londres, tal vez embarazada, ejerciendo violencia contra sí misma, y, ante las dificultades que hallaría procediendo de la sociedad habría enloquecido hasta perecer.

Una lectura un poco más atenta, nos permite hallar una reivindicación de la necesidad de los dos sexos. Nos recuerda la sensación de felicidad cuando en la vida real se encuentran el hombre y la mujer, para plantear que el espíritu podría contar también con dos, y el arte los precisa. La inteligencia es andrógina, y el espíritu creativo bicéfalo, ahí conviven, al menos, dos sexos. Uno solo no lograría la síntesis de opuestos que se halla en toda creación. «Algún enlace de contrarios tiene que haberse consumado».

La hermana de Shakespeare sería el personaje simbólico que representa a todas las mujeres que padecen el sufrimiento de ver su arte, no solo constreñido por circunstancias, sino imposibilitado y destruido. Algunas adoptaron resistencia ante la negación velándose a sí mismas, viendo cómo los duendes de su interior se desvanecían ante sus ojos, ya que nadie más podía ser testigo del exterminio. Las mujeres «tienen la anonimia en la sangre» nos dice, se retiran a los oscuros aposentos de su alma para diluirse en el anonimato que parece ser su marca propia. La creación en sí misma roza el talento como don y solo va a fructificar en la combinación de la naturaleza y la historia.

Si se precisan los dos sexos para vivir, se necesitaría alguno más para penetrar los misterios que nos rodean; si solo hay dos, al menos que uno no anule al otro ya que ambos compartimos un Espíritu universal que no tiene sexo, o cuenta con dos, o, como si fuéramos ángeles, poco importa el color, el vestido, la determinación, el nombre: la belleza pasea en todo lugar y la única misión del artista es rescatarla.

QOSHE - La hermana de Shakespeare - Cristina Gufé
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La hermana de Shakespeare

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26.12.2023

El relato de Virginia Woolf que lleva por título Un cuarto propio es considerado un alegato feminista; en él se habla de las dificultades que han tenido —¿y tienen?— que sobrellevar las artistas. Desde una mirada superficial, podríamos extraer de su lectura la conclusión de que si una mujer quiere escribir debe tener el dinero suficiente para la subsistencia, y un lugar en el que poder aislarse para trabajar.

La autora plantea la hipótesis de que Shakespeare hubiera tenido una hermana con un talento similar al suyo, para concluir que no habría podido desarrollarlo. La familia le hubiera obligado a cumplir con las tareas........

© La Voz de Galicia


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