Ya sabrán ustedes que todo ese trajín de luces en las calles y esas disputas vulgares de cuál sube más alto, en cuanto a conos metálicos luminosos se refiere, no es más que un aviso de lo que se nos viene encima. El hombre, desde que el mundo es mundo, tiene nostalgia de su infancia y cree que lo suyo es lo bueno, renegando de los nuevos tiempos. Les pasaba a los griegos clásicos y me pasa a mí todos los años por estas fechas. Porque recuerdo esa ciudad invernal y amable en la que los chicos de recados silbaban caminando por las calles con la chulería de Mickey Rooney —porque las calles eran suyas— canciones alegres: soy minero. Eran niños que no iban al colegio porque no podían o no querían y que sus padres ponían a trabajar. Y que nosotros, los cervatillos de los colegios de pago, mirábamos con melancólica envidia. Y también las mujeres fregoteando enérgicas los suelos o las ventanas a grito pelado con canciones de Conchita Bautista o José Guardiola, y, por fin, un día las radios con la melopea que salía por las ventanas de todas las casas, el cántico de los niños de la lotería que daba, ahora sí, banda sonora propia a la Navidad: ¡cinco millones de pesetaaaas! A los guardias de tráfico se los enterraba —literalmente— en botellas de sidra espumosa y cajas de regalos, se daban aguinaldos al barrendero, al cartero, al sereno. Los niños cantábamos villancicos, usábamos mitones y éramos felices.

Sí, ya lo sé, yo cada Navidad me hago más viejo. O más joven. Según se mire.

QOSHE - ¡Oh Navidad, mi Navidad! - Eduardo Riestra
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¡Oh Navidad, mi Navidad!

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17.12.2023

Ya sabrán ustedes que todo ese trajín de luces en las calles y esas disputas vulgares de cuál sube más alto, en cuanto a conos metálicos luminosos se refiere, no es más que un aviso de lo que se nos viene encima. El hombre, desde que el mundo es mundo, tiene nostalgia de su infancia y cree que lo suyo es lo bueno, renegando de los nuevos tiempos. Les pasaba a los........

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