Cuando Bukele toma las radicales medidas de meter en la cárcel a cuarenta mil salvadoreños, todos los que llevan el cuerpo tatuado, sin habeas corpus ni habeas nada —atentando en muchos casos contra los derechos humanos—, la comunidad internacional se lleva las manos a la cabeza. Pero al mismo tiempo la opinión pública se pregunta qué clase de democracia es esa en que puedes votar pero no puedes salir a comprar el pan. Hoy Bukele es el más popular presidente de El Salvador desde su independencia hace dos siglos. Lo de votar está bien, aunque a veces sale lo que sale. Miren ustedes a Petro, a Chiquilicuatre, a Boris Johnson. Yo creo que los países democráticos votamos porque no sabemos hacer otra cosa. Y llevamos el voto hasta sus últimas consecuencias, el Benidorm Fest y la independencia de Cataluña. El voto se ha convertido en una sagrada forma pagana, en el fin por sí mismo. Y es un acto libre, pero dentro de lo que cabe, porque yo quiero votar a mi vecino de la letra C y no puedo porque no se presenta.

Hoy usted, mientras lee esto y se toma un café y unas galletas de María, ya sabe a quién quiere votar. Esto ahora se hace por descarte, se va eliminando a los que no, y se vota al que queda, como en el juego de las sillas. Luego viene el jolgorio. Todos los candidatos dan saltos de alegría; a veces, cuando pierden, por motivos absurdos: que han sido los más votados por los karatecas o los criadores de avestruces. Pero votar es un placer genial, sensual, que diría Sarita Montiel.

QOSHE - Votando espero... - Eduardo Riestra
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Votando espero...

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18.02.2024

Cuando Bukele toma las radicales medidas de meter en la cárcel a cuarenta mil salvadoreños, todos los que llevan el cuerpo tatuado, sin habeas corpus ni habeas nada —atentando en muchos casos contra los derechos humanos—, la comunidad internacional se lleva las manos a la cabeza. Pero al mismo tiempo la opinión pública se pregunta qué clase de democracia es........

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