Si uno pudiera desde la superficie del sol —sin quemarse— contemplar un lejano planeta Tierra que anda dando vueltas en torno al astro rey y que entretanto va girando atolondrado sobre sí mismo, lo vería pequeño como un grano de arroz. Y, si se fijara bien, descubriría, con mucha paciencia, que uno de cada 365 giros, allá abajo, el planeta tiritaba como los astros a lo lejos de Neruda. Lo que el mirón tal vez no supiera desde la lejanía solar es que se trataba de lo que los hombres llaman el fin de año, que dura lo que una rotación de la bolita sobre sí misma, empezando y terminando por Nueva Zelanda. A esa rotación aquí le llamamos día y le damos un número. El de la tiritona se llama 31 de diciembre. Todo esto nos da tranquilidad y alegría: el orden de las cosas. Pero entonces llegan los chinos, que esperan unos cuantos días, a que se nos pase la resaca y las aguas vuelvan a sus cauces, para celebrar el suyo. Sin embargo, solo tirita una parte de la bola, porque los barrios chinos de las grandes capitales no se ven desde la distancia y, como todo el mundo sabe —aunque no sea cierto—, la muralla china sí. Ese otro día da entrada a un nuevo período de rotaciones al que no se numera, sino que se nombra. Los nombres de los años chinos son tan absurdos y arbitrarios que te puede tocar el año del dragón o el año de ratón, unos tanto y otros tan poco.

Pero uno no podrá verlo nunca, porque si intentara acercarse al sol se quedaría frito de inmediato. Y entonces ya, ni fin de año ni fin de nada.

QOSHE - Y tiritan azules los astros a los lejos - Eduardo Riestra
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Y tiritan azules los astros a los lejos

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07.01.2024

Si uno pudiera desde la superficie del sol —sin quemarse— contemplar un lejano planeta Tierra que anda dando vueltas en torno al astro rey y que entretanto va girando atolondrado sobre sí mismo, lo vería pequeño como un grano de arroz. Y, si se fijara bien, descubriría, con mucha paciencia, que uno de cada 365 giros, allá abajo, el planeta tiritaba como los astros a lo lejos........

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