Este lunes se cumplen veinte años de los atentados del 11-M. Basta mencionar ese número y esa letra para revivir aquel horror que representó el mayor atentado terrorista de la historia española. Pero ese nefasto día comenzó también la operación de manipulación más abyecta de nuestra democracia. El Gobierno presidido por José María Aznar intentó hacer creer que los ataques eran obra de ETA, una hipótesis verosímil en las primeras horas, pero que mantuvo cuando ya se tenía la absoluta seguridad de que los autores eran terroristas yihadistas. Con 192 cadáveres sin enterrar, más de 1.800 heridos, algunos muy graves, y una sociedad en shock total primó el cálculo electoral: «Si ha sido ETA, barremos; si han sido los islamistas, gana el PSOE», según han admitido dirigentes populares. La clave era evitar que la opinión pública ligara la masacre con el apoyo de Aznar a la guerra ilegal contra Irak.

Los hechos y testimonios que corroboran que el Gobierno, con Aznar implicándose a fondo, llevó a cabo una gran operación de engaño a escala nacional e internacional para endosar los atentados a la banda terrorista vasca son apabullantes. El presidente llamó a directores de periódicos para asegurarles sin ningún género de dudas que había sido ETA. Algunos lo dieron por bueno y cambiaron sus titulares. La Voz de Galicia, en su edición del viernes 12 de marzo, titulaba con una sola palabra, «Infamia», y fue el único diario que ese día atribuyó la autoría a terroristas de la órbita de Al Qaida.

Ese viernes, el presidente de EE.UU., George Bush concedió una entrevista exclusiva a TVE en la que dijo que aún no estaba claro quién lo había hecho y que no descartaba nada. La cadena pública, bajo un control férreo del Gobierno, que seguía insistiendo en ETA, la censuró y no la emitió.

Fue, paradójicamente, la eficaz actuación policial la que desbarató la gran mentira, ya que rápidamente detuvo a los sospechosos y dejó claro que la única vía de investigación posible era el terrorismo islamista, en contra de lo que seguía manteniendo el ministro Acebes. El PP, con Rajoy como candidato, lo pagó en las urnas y, contra todo pronóstico, Zapatero ganó las elecciones.

Pero la cosa no quedó ahí. Poco más de un mes después del 11-M comenzaron a difundirse las llamadas teorías de la conspiración, con las que determinados medios, periodistas y políticos del PP trataron de desmontar, con hipótesis disparatadas, falsedades y acusaciones terribles, lo que llamaban versión oficial del 11-M. La ofensiva conspiranoica duró años, incluso después de que la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo establecieran que los atentados fueron cometidos por islamistas. Aznar decía en el 2007 que «los que idearon los atentados no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas». Una frase enigmática que daba alas a las teorías conspirativas y que nunca ha rectificado.

Muchos de los periodistas que difundieron aquellos bulos siguen en activo, algunos como directores de periódicos, y emiten sermones políticos y éticos a diario. Aznar se auto-erige en una especie de gurú referencial que imparte lecciones a diestra y siniestra. Tenemos memoria.

QOSHE - 11-M: del gran engaño a la conspiranoia - Enrique Clemente
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11-M: del gran engaño a la conspiranoia

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07.03.2024

Este lunes se cumplen veinte años de los atentados del 11-M. Basta mencionar ese número y esa letra para revivir aquel horror que representó el mayor atentado terrorista de la historia española. Pero ese nefasto día comenzó también la operación de manipulación más abyecta de nuestra democracia. El Gobierno presidido por José María Aznar intentó hacer creer que los ataques eran obra de ETA, una hipótesis verosímil en las primeras horas, pero que mantuvo cuando ya se tenía la absoluta seguridad de que los autores eran terroristas yihadistas. Con 192 cadáveres sin enterrar, más de 1.800 heridos, algunos muy graves, y una sociedad en shock total primó el cálculo electoral: «Si ha sido ETA, barremos; si han sido los islamistas, gana el PSOE», según han admitido dirigentes........

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