Estuvimos tan entretenidos con las habilidades empresariales de Koldo que se nos pasó desapercibido. Pero una vez que ya conocemos lo que hay que hacer para ir de la puerta de una barra americana al consejo de una empresa pública, echamos la vista atrás, recapitulamos, y nos encontramos con que los líderes de la revolución de los señoritos de Cataluña siguen erre que erre empeñados en agitar el suflé, para que sepamos quién es el que marca las reglas de juego.

Poco importa que Pedro Sánchez, y con él el Gobierno y el país entero, se hayan arrodillado cediendo en el asunto infumable de la amnistía y en otros no menos inasumibles. Junts mantiene su obsesión y así acaba de impulsar una iniciativa legislativa popular ante la Mesa del Parlament y pese al informe contrario de los letrados, para declarar la independencia. La iniciativa prosperó con los tres votos de Junts y la CUP, la abstención de ERC, que parece haber adquirido cordura, y el rechazo del PSC.

Dicho de forma abreviada, vuelven al inicio de la rebelión separatista y nada de lo ocurrido hasta ahora parece haberles afectado. Porque además, lo hacen en medio de la fase decisiva para, según el presidente del Gobierno, alcanzar un acuerdo de concordia con Cataluña. La estabilidad de legislatura que PSOE y los revoltosos firmaron hace unos meses tiene el mismo valor, por lo visto, que las palabras dadas por los líderes de la derecha catalana, reunidos en la camada de Junts. Es decir, ninguno.

Ha dicho uno de los asesores parlamentarios que orientó la brillante iniciativa que es «un planteamiento iluso, extemporáneo y que no viene de ninguna fuerza representativa». Pero esto es lo de menos. Lo importante son las lecturas que deja. Sobre varios destacados puntos. El primero el desafío, permanente, que los independentistas lanzan al Estado cuando se hacen esfuerzos por tratar de complacerles y rebajar la tensión. Asunto importante.

Una segunda lectura, y más significativa, es que la propuesta demuestra que no han sido capaces de dar un paso adelante. Que siguen sin moverse; que no avanzan y que son incapaces de cambiar de opinión. El inmovilismo los mantiene atenazados y ven lo mismo que un burro con tapa-ojos.

Y la tercera lectura de este nuevo ataque es que, definitivamente, no se puede establecer una relación de confianza con quien, mientras dice mantener una actitud negociadora, sigue con sus maniobras anticonstitucionales y subversivas. Es lo que habitualmente conocemos como apuñalar por la espalda.

Vista la obcecación permanente de los de la revolución de los señoritos, solo cabe pensar que lo que buscan es gresca. Que les apliquen el archiconocido 155, para controlarles las finanzas y las consellerías; destituirlos, disolver el Parlament y que tengan que salir huyendo como cobardes en el maletero de un coche. Puede que eso sea lo que busquen. Porque la camorra resulta muy atractiva para los cretinos.