Hubo un pecado original en la llegada de Irene Montero a la cúpula de Podemos y al Ministerio de Igualdad: era la mujer del jefe. Seguro que ella destrozaría esta frase y apelaría a mi feminismo imperfecto para despreciarla, pero es que es verdad que era la mujer del jefe y esa es una circunstancia que condiciona algunas cosas. Una de esas cosas debería ser sentarse juntos en el Consejo de Ministros, una anomalía histórica que ellos introdujeron, pues nunca antes una pareja había compartido las deliberaciones de tan alta institución. Al menos pareja confesable.

Ayer, Montero cerró esa etapa entregando su cartera a Ana Redondo sin disimular el cabreo monumental que le asiste y con esa tendencia a reñirnos a todos todo el tiempo que destila cada vez que interviene. Es una pena que sus aportaciones hayan quedado tantas veces disueltas en la amargura o en el empeño de no reconocer, por ejemplo, que la famosa ley del solo sí es sí necesitaba retoques para ser más eficaz. Porque es cierto que con ella se han normalizado asuntos que antes circulaban bajo tierra. Además de reñirnos a todos y aconsejar con un matiz paternalista a su sucesora, en la despedida de Montero rechinó también ese «Pedro Sánchez nos echa del Gobierno», porque enfurruñarse en público es una manifestación de debilidad que tu verdugo no merece. Si algún momento exige elegancia es cuando te despiden.

Sale Montero del Gobierno y con ella Podemos casi desaparece de la vida institucional, en un arco dramático terrible para ellos. Es increíble cómo se puede ventilar un patrimonio político como el que tenían en tan poco tiempo. Ayer recogían cadáveres en redes y escribían su obituario como mejor saben: dándose tortazos como panes entre ellos. Por cierto, los más despiadados le cayeron a Monedero.

QOSHE - Montero, no nos riñas - Fernanda Tabarés
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Montero, no nos riñas

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22.11.2023

Hubo un pecado original en la llegada de Irene Montero a la cúpula de Podemos y al Ministerio de Igualdad: era la mujer del jefe. Seguro que ella destrozaría esta frase y apelaría a mi feminismo imperfecto para despreciarla, pero es que es verdad que era la mujer del jefe y esa es una circunstancia que condiciona algunas cosas. Una de esas cosas debería ser sentarse juntos en el Consejo de Ministros, una anomalía histórica........

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