¿Recuerdan? «Pablo Iglesias e Irene Montero se compran un casoplón en Galapagar por 660.000 euros». Así titulaban algunos medios la «noticia» de que la pareja había adquirido una vivienda, mediante hipoteca, en la localidad madrileña. Yo no le veía mucho interés a la cuestión, pero al parecer a algunos medios de comunicación les pareció muy relevante.
Después hemos podido leer una noticia que nos ayuda bastante a entender el país en que vivimos. Isabel Díaz Ayuso se ha comprado una vivienda, «joya inmobiliaria», «exclusivo piso», «impresionante casa», «un auténtico nido de amor». El coste, no sabemos si con hipoteca, es de 1,2 millones; por supuesto, en Chamberí.
Esperemos que, en un breve plazo, nos den la dirección precisa para que todo tipo de tontos vayan a dar vueltas al edificio con banderitas como hicieron en la casa de Iglesias y Montero; podemos suponer que, como en ese caso, tengamos la misma convicción de que darle la chapa todo el día gritando insensateces con un megáfono es libertad de expresión. A mí nunca me han caído bien Iglesias y Montero, pero esa no es la cuestión: ¿no tienen derecho a una vivienda y a comer perdices en Galapagar? ¿Acaso Isabel es una palomita en libertad en busca de su nidito de amor en Chamberí? Un poco de vergüenza, por favor: o son casoplones o son niditos de amor.
Ahora me vendrán con la ley del «solo sí es sí», pero evitaré contestar, porque esa no es la cuestión. Pero como quiero ser objetivo, me sorprende ver que quienes ahora la critican violentamente se explayaron con la agredida en el caso de la manada, incluido uno de los jueces del tribunal. Habrá gente bien pensante que creerá que este sesgo es simplemente un error. Pues bien, simplemente les recuerdo el archivo de todas las denuncias falsas contra Podemos o la vergonzosa falta de retracto en el caso de las facturas de Juan Carlos Monedero. Alguien me decía que la gente de derechas no soporta que un «don nadie» ascienda en la escala social. En ese caso hay que ser más claro con las normas: ¿un señor de izquierdas puede tener coche? ¿Puede ir a la universidad? En fin, no se tomen mal mis comentaros, pero piénsenlos: todos queremos un nidito de amor en un casoplón.
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