Es indudable que estamos en pleno proceso de cambios adaptativos al mundo por venir. El desarrollo imparable de la tecnología, la inteligencia artificial, el derrumbe de valores e ideales tradicionales, las nuevas formas de comunicación y muchas cosas más han provocado un cambio drástico del medio ambiente humano al que estamos obligados a adaptarnos.

La gente de más de cuarenta años lo tiene más crudo, muchos estamos condenados a la extinción o a la cristalización en adoquines digitales. La generación Z y algunos millenials ya nacieron en este ambiente y cogieron la tablet con el mismo torpe empeño con que se pone de pie un ternero recién nacido.

El problema es que los más jóvenes viven en una pantalla, en un mundo repleto de imágenes sin ninguna teoría explicativa detrás. Apenas hablan, se comunican a través de imágenes provocando una caída de la simbolización, de la capacidad de evocar imágenes a través las palabras y viceversa.

Las palabras sirven para pensar, piensan en imágenes, y eso hace que el mundo en el que viven esté fuera del real. El choque entre ese mundo imaginario y la realidad con mayúsculas para muchos es fatal; otros lo aguantan sumidos en el tsunami de patología mental infanto juvenil que padecemos.

El móvil ha creado un presente continuo donde no cabe pararse a pensar en el futuro. La gente no piensa que se vaya a morir, le ocupa más tiempo dar diez mil pasos, comprar en el súper una farmacia de productos que prometen la inmortalidad sin gluten, sin aditivos y sin colesterol. El pasado también importa menos que el presente, se confirma en el narcisismo primario de los selfis, dónde se da la espalda al monumento y se fotografía la cara.

Sin pasado y sin futuro que interese, se vive en un presente continuo in-movilizado, carente de palabras que le den sentido

En estas apareció la filosofía Delulu, término derivado del inglés delusional (delirante), que siguen cerca de seis mil millones de individuos solo en TikTok. Su propuesta: delirar. Consiste en una versión hipertrofiada del pensamiento positivo, en pensar en conseguir cosas inalcanzables hasta creerse que son verdad.

«Creo que estar delulu es una de las claves más importantes para la felicidad de esta generación», argumenta el tiktoker Moses. «Mis amigos y yo también lo usamos para describirnos a nosotros mismos cuando queremos creer en algo que es improbable o imposible que suceda, como un flechazo con alguna celebrity», dice otra tiktoker.

Fenómenos así dan fe de la orfandad de pensamiento reflexivo en las nuevas generaciones. A fuerza de vivir en lo imaginario, imaginan que viven en la fantasía, sin tener en cuenta la angustia que genera la frustración.

Están delulus.

QOSHE - «Delulu» - Luis Ferrer I Balsebre
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«Delulu»

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03.12.2023

Es indudable que estamos en pleno proceso de cambios adaptativos al mundo por venir. El desarrollo imparable de la tecnología, la inteligencia artificial, el derrumbe de valores e ideales tradicionales, las nuevas formas de comunicación y muchas cosas más han provocado un cambio drástico del medio ambiente humano al que estamos obligados a adaptarnos.

La gente de más de cuarenta años lo tiene más crudo, muchos estamos condenados a la extinción o a la cristalización en adoquines digitales. La generación Z y algunos millenials ya nacieron en este ambiente y cogieron la tablet con el mismo torpe empeño con que se pone de pie un ternero recién nacido.

El problema es que los........

© La Voz de Galicia


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