Dice una leyenda del siglo XIX que existió un cuarto rey mago, Artabán, que acompañó a los tres magos de Oriente, pero nunca llegó a Belén porque se perdió por el camino. Llegó a Jerusalén el día en que estaban crucificando a Jesús y consiguió rendir viaje a su lado antes de morir en la cruz.

Añado a la bella y entrañablemente literaria historia que Artabán permaneció en esta parte de la tierra para apagar las luces navideñas, para clausurar los fastos lumínicos de la Navidad que incendia con colores amables las ciudades del occidente cristiano. Porque, de un tiempo a esta parte, cuando el calendario subraya con aires de fiesta la primera semana de diciembre, millones de bombillas de colores, de luces led, de arcadas luminosas, de adornos cromáticos de todo tipo, iluminan las noches en las ciudades de este lado del mundo.

Y cada año alcaldes y autoridades, como Caballero, regidor de Vigo, reinventan la Navidad y afianzan el día frente a la noche, compitiendo con otros lugares con más o menos colorido lumínico.

En Centroeuropa se establecen mercadillos efímeros que cierran el Adviento y se desmontan cuando nace el nuevo año. La banda sonora de los villancicos y el vino caliente que reconforta el espíritu son el santo y seña de los jubilosos días en los que declina el año a punto de concluir.

Múnich y Colonia, Viena y Alsacia, Praga y Hamburgo festejan con gluhwein, el especiado vino de Adviento que anuncia la llegada del Niño Dios.

Y el pobre Artabán se va perdiendo entre los caminos de luz, ayuda a quien lo necesita y realiza milagros de caridad a quienes lo precisan hasta quedarse sin dádivas para entregar a Jesús. Tal vez se quede por estos pagos rabiosamente terrenales para apagar las luces que iluminaron los caminos que conducían a su primer destino, y Abel Caballero, alcalde de Vigo, lo haya convocado para que apriete el interruptor en off que clausure la estela de luz que vence a las noches.

Y así, el viejo cuarto rey prolongará la Epifanía del 6 de enero e irá poco a poco, ciudad a ciudad, apagando todas las luces, que no volverán a instalarse hasta que se anuncie una nueva Navidad.

Regresan los señores reyes a sus países de origen, vuelven don Melchor, don Gaspar y don Baltasar a las tierras del lejano Oriente, esta vez tristes e impotentes porque el dolor y la muerte hizo estación en Palestina y las bombas y los misiles asolaron Gaza en estas Navidades, en las que el mago Artabán, el cuarto rey mago, apagó las luces y dio por concluidos los días festivos de la ultima semana de diciembre.

QOSHE - Apagar la Navidad - Ramón Pernas
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Apagar la Navidad

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06.01.2024

Dice una leyenda del siglo XIX que existió un cuarto rey mago, Artabán, que acompañó a los tres magos de Oriente, pero nunca llegó a Belén porque se perdió por el camino. Llegó a Jerusalén el día en que estaban crucificando a Jesús y consiguió rendir viaje a su lado antes de morir en la cruz.

Añado a la bella y entrañablemente literaria historia que Artabán permaneció en esta parte de la tierra para apagar las luces navideñas, para clausurar los fastos lumínicos de la Navidad que incendia con colores amables las ciudades del occidente cristiano. Porque, de un tiempo a esta parte, cuando el calendario subraya con aires de fiesta........

© La Voz de Galicia


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