Quizá la evolución del mar de Galicia, de su pesca, se pueda sintetizar en las grandes iniciativas feriales desarrolladas. El año 1973 se celebró en Vigo la primera World Fishing Exhibition, de la mano de Alfonso Paz Andrade y la vigorosa fortaleza de nuestra pesca y nuestra industria naval. Las WFE siguieron, con seis ediciones, hasta el 2009. Diez años antes había nacido Conxemar, una feria de productos pesqueros de carácter anual, que continúa. Era un indicativo del gran cambio del mar de Galicia, la actividad exportadora de los productos de nuestra pesca, también importadora, como los atunes para la industria conservera. Un cambio ajustado a la nueva pesca o, aquí sí, al complejo mar-industria, incluyendo el entorno Navalia.

El papel de España en la Economía Azul debiera ser otro. El de Galicia también, con su dependencia del océano y un mar próximo en decadencia. Esto requiere visión estratégica, liderazgo y mucho esfuerzo. Algo que, a no dudar, conformó un espíritu empresarial y económico en tiempos pasados, y que ha ido mudando con el cambio de criterios, estrategias y prioridad en las inversiones, sobre todo aquellas que miraban al mar. También en las instituciones financieras que han dejado de ser, sustituidas por los omnipresentes fondos de inversión. Valentín Paz Andrade insistía desde Industrias Pesqueras en la modernización del mar de Galicia. La ONU impulsó el Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030).

Carlos Duarte, un científico dedicado a esclarecer con ahínco y a transformar la situación de los océanos, reivindica la esperanza para el futuro de los mares: «Hay una atención que no existía hace 20 años, ahora el océano está en el centro del debate político, público y de la acción civil». La recuperación de poblaciones explotadas o de la biodiversidad, así como el descenso de la sobrepesca en el Atlántico o el Mediterráneo, no así en el Índico, al igual que las medidas punitivas en vertidos, tanto petrolíferos o plásticos como de nitratos y fosfatos, sostienen esa esperanza. Sin embargo, el cambio climático y la acidificación se resisten a ser controlados, al igual que las actuaciones pactadas e incumplidas en torno a la biodiversidad. Porque el océano está cambiando, y la percepción que de él se tiene también. La energía eólica, la minería submarina, la potabilización de su agua, son realidades cercanas. Una esperanza sostenida por la capacidad normativa de la UE, insuficiente ante los cambios recientes en las estrategias climáticas del Reino Unido o en la propia UE, que ponen en peligro el Pacto Verde Europeo para el 2050. Ahora que se evidencia el océano como «la sala de máquinas del sistema climático mundial». Océanos en las descubiertas de Jacques Cousteau, su mundo submarino, entrevisto en aquellos álbumes de cromos Nestlé. De esto se volverá a hablar en Barcelona, en la Conferencia de los Océanos 2024. Antes fue en Lisboa. Donde los mares, con menos mar que Galicia, se viven con atención.