Los conseguidores —no confundir con los lobis si estuvieran regulados como grupos de interés como lo están ante Europa—, pertenecen a una especie que se desarrolla en las zonas aledañas del poder. Son personas que intermedian entre las gentes o empresas del común y esos personajes con poder para conseguir de ellos lo que interesa. Merodeadores. Singular y llamativo ha sido el caso de Sarah Ferguson, ya exmujer del príncipe Andrés, hace años.

El caso Koldo, particular personaje y exasesor de elevada confianza del exministro y ex secretario de Organización del PSOE, miembro de una trama judicializada por los contratos de urgencia de mascarillas en la época cruenta del covid-19, presenta especial gravedad. Trama con papel principal para un señor Cueto, pendiente de juicio con petición de más de 50 años de cárcel por otro caso de comisiones.

Una adjudicación de contratos sin concurso en la pandemia que permitió la aparición de toda una serie de casos, entre ellos el del hermano de Díaz Ayuso, o el del marido de Nadia Calviño y el caso judicializado de Medina y Luceño en el Ayuntamiento de Madrid, por más que en los dos primeros casos no se detectó irregularidad alguna, y en el del Ayuntamiento de Madrid la judicialización es por presunta estafa.

El asombro que produce el caso Koldo luego de su escalada en nombramientos de confianza, desde chófer a asesor del ministro Ábalos, el empleo de sus familiares en el ministerio, hasta su nombramiento inverosímil en los consejos de Puertos del Estado y de ADIF Mercancías, no debiera de producírselo a Pedro Sánchez ni al Partido Socialista. Lo vivido en los años 90 con algunos indeseables de su partido, y posteriormente con Tamayo y la era Aguirre en la Comunidad de Madrid, o el caso Gürtel cuya sentencia los trajo al poder, o el caso Bárcenas, debieran ser alertas suficientes para que el comportamiento de militantes y dirigentes socialistas fuera impecable.

La exigencia de dimisión como diputado, siendo lo único posible para su partido, no es suficiente al decidir mantener el exministro Ábalos su foro de diputado, como alma libre, en el Grupo Mixto. Algo visto ya en el destierro a ese grupo de la popular Rita Barberá. Una decisión que perjudicará a Ábalos, pero también a los socialistas. Nada que ver con aquella dimisión virtuosa de Pepe Cuíña como «delfín» de Fraga y conselleiro de la Xunta: «Considero un deber presentar mi dimisión y espero poder aclarar que las empresas participadas por mi familia no cometieron ninguna ilegalidad ni irregularidad…» Que abrió paso a Núñez Feijoo.

El «toma y daca» que se avecina entre populares y socialistas no aportará mucho a la gestión decente de lo público. Que Senado y Congreso abran dos comisiones de investigación da cuenta de lo inútil que las consideran, más allá de una estrategia de comunicación política. En este caso de escándalos. Y los lobis, tan activos, aún sin regular en España.