El examen mir último convocó a unos 14.000 aspirantes para 8.772 plazas de formación de médicos especialistas, de las que casi 2.500, más de la cuarta parte, están destinadas a Medicina Familiar y Comunitaria. Hace un año, unas 200 plazas de esta especialidad, casi el 8 %, quedaron sin ocupar. Evidenciando que hay graduados que no quieren ser médicos de atención primaria, bien por sobrecarga de trabajo, un destino poco apetecible, la baja valoración de esta especialidad o unas condiciones laborales de precariedad.

Unas plazas sin cubrir que invalidaron la argumentación de que los males de la primaria venían solo de la escasez de médicos. Unas plazas mir de familia que en diez años aumentaron un 40 %.

Otro aspecto de la percepción de la medicina de familia surge cuando, en el examen mir del 2024, una pregunta exponía el caso de un médico de 50 años que «con frecuencia acumula retraso de dos horas en la consulta, creando algún conflicto, aunque es el que menor cupo tiene de pacientes». Se preguntaba sobre qué trastorno de la personalidad (sic) tenía ese médico. Descartando que fuera un síndrome de desgaste profesional (burnout) derivado de las condiciones de trabajo y de la gestión sanitaria.

Una medicina de familia que desde los médicos de APD (médicos titulares o médicos de asistencia pública domiciliaria), y las diversas transformaciones en su formación, con especialidad mir desde 1978, los cambios obligados por la directiva europea de 1995 y las sucesivas crisis en la especialidad derivadas de tensiones internas y externas en sociedades médicas, colegios, Administración y médicos afectados, se mantiene en crisis. El programa de especialidad actual, que pasó la formación de 3 a 4 años, se aprobó en el 2005, resueltas las convocatorias excepcionales para los licenciados con posterioridad a 1995 derivadas de la directiva comunitaria.

Dieciocho años después, sigue la espera de un nuevo programa de formación, en trámite aún a finales del 2023. Un programa que deberá promover la reforma de la especialidad, de su proceso de formación, y el desarrollo profesional, asociado a unas nuevas políticas de organización y gestión en la atención primaria. Sin olvidar en ella una renovación de las unidades docentes y su acreditación, de los centros de salud docentes y de los tutores, al igual que de los criterios de calidad y las condiciones laborales.

La alternativa a ello puede parecerse a lo descrito sobre la asistencia sanitaria a finales de los setenta por Miguel Delibes en Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, donde un enfermo saludable, Eugenio Sanz Vecilla, diagnostica: «Al médico se le priva del derecho a curar y como es lógico el doctor se siente disminuido…» «Yo recuerdo a mi difunto tío Fermín Baruque, médico. ¡Qué ductilidad! Aquel hombre hacía todo». «Esta es según rumores la gran revolución que se cuece ahora en Madrid para resolver los problemas de la seguridad social: Inventar a mi tío Fermín Baruque».

QOSHE - Medicina de familia, un mir o un Fermín Baruque - Uxío Labarta
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Medicina de familia, un mir o un Fermín Baruque

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01.02.2024

El examen mir último convocó a unos 14.000 aspirantes para 8.772 plazas de formación de médicos especialistas, de las que casi 2.500, más de la cuarta parte, están destinadas a Medicina Familiar y Comunitaria. Hace un año, unas 200 plazas de esta especialidad, casi el 8 %, quedaron sin ocupar. Evidenciando que hay graduados que no quieren ser médicos de atención primaria, bien por sobrecarga de trabajo, un destino poco apetecible, la baja valoración de esta especialidad o unas condiciones laborales de precariedad.

Unas plazas sin cubrir que invalidaron la argumentación de que los males de la primaria venían solo de la escasez de médicos. Unas plazas mir de familia que en diez años aumentaron un 40 %.

Otro aspecto........

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