La admiración es un sentimiento encomiable. Blaise Pascal decía que siempre admiramos lo que realmente no entendemos. Acertó el maestro. Porque yo me sumerjo en las tinieblas de mí mismo para comprender mi admiración por Ábalos, Cerdán, López (Patxi), Iceta... y no acierto a suponer los motivos. Son gentes de sólida formación. Ninguno de ellos, excepto Ábalos (diplomado en Magisterio), ha finalizado una carrera universitaria. Sin embargo, todos han ostentado u ostentan cargos de relieve. Cargos que tienen mucho que ver con el destino de España y los españoles. Se han dedicado a la política casi exclusivamente (Ábalos trabajó tres meses como maestro) y han vivido de esta noble actividad. Son ejemplos prodigiosos del sueño español, mucho más impactante que el sueño americano. Aquí no solo puedes llegar a lo más alto partiendo de la nada, sino que lo más alto coincide siempre con el edén político bien remunerado. A Koldo no lo cito, para qué. Imagino que mis lectores conocen perfectamente de dónde salió, portero de lupanar, y dónde acabó, formando parte del consejo de administración de Renfe. Una carrera, como la de los anteriores, ciertamente admirable.

Se habla mucho estos días de las amistades que forjaron el «sueño» de Pedro Sánchez. Los que estuvieron con él desde el principio. Los que lo ayudaron. El negociador de la investidura con Puigdemont, Santos Cerdán, fue una pieza clave. Él, además, tuvo la brillante idea de sacar de Navarra al bueno de Koldo y traerlo a Madrid. Cuentan que Ábalos hasta le dejó su piso en Valencia cuando Sánchez recorrió España para recuperar la secretaría general del PSOE. Grandes amigos. Todos, reitero, admirables. Recuerdo la intervención de Ábalos en la moción de censura contra Mariano Rajoy. Un discurso memorable. Una filípica implacable. Ese es el adjetivo de moda para los socialistas, siempre «implacables» contra la corrupción a pesar de que dos de sus presidentes del partido, Griñán y Chaves, hayan sido condenados; a pesar de que el mayor caso de corrupción de la historia política europea (678 millones de euros) saliese de sus manos; a pesar de que hace pocos meses un gobierno socialista haya rebajado el delito de malversación. Cómo no admirar a aquellos que hacen todo lo contrario de lo que predican. Yo me rindo a sus pies. Y me entristezco viendo a Ábalos alejado de sus compañeros y compañeras, transitando por el túnel del grupo mixto que, por primera vez, abriga a dos exministros de Sánchez (Belarra y Ábalos). España va bien, decía Aznar. Hoy va mejor que nunca. Y por mucho que se especule, la culpa será del hermano de Ayuso, investigado por la Fiscalía Anticorrupción y por la Fiscalía Europea con el mismo resultado: causa archivada (¡esta es la verdad!). La culpa es de la derecha. Cómo no voy a admirar a Ábalos y compañía. Los venero. Aunque, como escribió Pascal, siempre admiramos lo que no entendemos.

QOSHE - Profunda y secreta admiración - Xosé Carlos Caneiro
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Profunda y secreta admiración

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04.03.2024

La admiración es un sentimiento encomiable. Blaise Pascal decía que siempre admiramos lo que realmente no entendemos. Acertó el maestro. Porque yo me sumerjo en las tinieblas de mí mismo para comprender mi admiración por Ábalos, Cerdán, López (Patxi), Iceta... y no acierto a suponer los motivos. Son gentes de sólida formación. Ninguno de ellos, excepto Ábalos (diplomado en Magisterio), ha finalizado una carrera universitaria. Sin embargo, todos han ostentado u ostentan cargos de relieve. Cargos que tienen mucho que ver con el destino de España y los españoles. Se han dedicado a la política casi exclusivamente (Ábalos trabajó tres meses como maestro) y han vivido de esta noble actividad. Son ejemplos prodigiosos del sueño........

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