El Irán actual poco o nada tiene que ver con el de 1980. En aquel momento, el país estaba inmerso en la primera fase de la revolución islámica, propiciada por el retorno del ayatolá Jomeini tras la huida del sha Mohamed Reza Pahlevi. En plena efervescencia revolucionaria y con el apoyo popular en su máximo histórico, pese al caos y a la brutal represión, Jomeini afrontó la guerra contra Irak sin pestañear. El Gobierno de Sadam Huseín le había expulsado en octubre de 1978, acusado de incitar la rebelión de la mayoría chií y poner en peligro la estabilidad de Irak, por lo que Jomeini sentía una personal animadversión al régimen laico del Baaz. El conflicto se extendió a lo largo de ocho años, causando cientos de miles de víctimas, además de desgastar tanto moral como económicamente a ambos contendientes. No hubo vencedor. Irak logró un breve acercamiento a Occidente durante dos años antes de la invasión de Kuwait, mientras que Irán cayó en el ostracismo a nivel internacional.

Este fracaso supuso una dura lección para Jomeini y para todos los iraníes que le seguían ciegamente. A partir de ese momento, Teherán decidió librar sus batallas mediante intermediarios, a los que apoyó con dinero, armas y personal. La nueva estrategia le permitió consolidar su influencia en el vecino Irak, una vez que Sadam fue derrocado y la mayoría chií se impuso en las urnas, mientras extendía su apoyo al Gobierno de Damasco bajo el control de la familia Asad y se consolidaba en el Líbano de la mano de Hezbolá. También decidió intervenir en Gaza apoyando a Hamás. No es de extrañar que el Gobierno israelí sintiera el cerco iraní y decidiera lanzarle una seria advertencia con el bombardeo de su legación diplomática en Damasco.

Pero la advertencia también ha supuesto una bofetada al orgullo iraní, quien ha respondido con un ataque muy controlado en la noche del domingo. La tensión es más que palpable y la reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU es buena prueba de ello. Pero Teherán sabe que no puede ceder a la provocación. El pueblo iraní no apoyaría una nueva guerra en plena crisis económica. Además, la posibilidad de que otros países se incorporaran al conflicto es un riesgo demasiado alto, incluso para aquellos que creen que tienen a Dios de su lado. Cuestión aparte es saber si Israel se arriesgará a responder cuando todavía tiene abierto el frente de Gaza.

QOSHE - La contención iraní - Yashmina Shawki
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La contención iraní

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17.04.2024

El Irán actual poco o nada tiene que ver con el de 1980. En aquel momento, el país estaba inmerso en la primera fase de la revolución islámica, propiciada por el retorno del ayatolá Jomeini tras la huida del sha Mohamed Reza Pahlevi. En plena efervescencia revolucionaria y con el apoyo popular en su máximo histórico, pese al caos y a la brutal represión, Jomeini afrontó la guerra contra Irak sin pestañear. El Gobierno de Sadam Huseín le había expulsado en octubre de 1978, acusado de incitar la rebelión de la mayoría chií y poner en peligro la estabilidad de Irak, por lo que........

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