Once son los campamentos de refugiados de mayor tamaño que existen hoy en día en Oriente Próximo. Aunque pudiera parecer que todos fueron creados y se encuentran ocupados para y por palestinos, lo cierto es que en muchos de ellos se hacinan refugiados provenientes de otros países, fundamentalmente Siria. Así, si desde la declaración de independencia del Estado de Israel en 1948 y la guerra subsiguiente se estima que más de 5 millones de palestinos se vieron obligados a abandonar sus hogares, y, de ellos, millón y medio están registrados en campamentos en Oriente Próximo, desde el inicio de la guerra civil en Siria en el 2011 más de 4,8 millones de sirios tienen la condición de refugiados y 6 millones de desplazados internos. A la penosa situación originada por el conflicto armado todavía activo se ha unido la catástrofe humanitaria provocada por los terremotos del 6 de febrero que sacudieron el sur de Turquía y el norte de Siria, tras los cuales, según Acnur, más de 15,3 millones de sirios, incluyendo a los desplazados internos, precisan de asistencia humanitaria.

Los refugiados sirios se encuentran dispersos en los campos de Zaatari y Azraq, en Jordania; Kilis Öncüpinar, en Turquía; Shatila, en Líbano, y en 25 del Kurdistán iraquí; y ya nadie se acuerda de ellos pese a que, por ejemplo, el 90 % de los del Líbano, país sumido en una grave crisis económica, viven en una situación de extrema pobreza debido al incremento del 332 % en el precio de los alimentos desde el 2021.

Por su parte, los palestinos, hoy primera plana de las noticias, constituyen la mayoría en los campos de Yarmouk, en Siria; Yabalia y Rafah, en la Franja de Gaza; Nueva Ammán, Baqa'a y Marka, en Jordania, y Ain el Helweh, en Líbano. El reinicio de las hostilidades entre Israel y Hamás, tras el ataque de este último el pasado 7 de octubre, no ha hecho sino agravar su situación. Mientras Gaza es bombardeada implacablemente por Israel a la espera de acabar con Hamás, los palestinos se encuentran atrapados en una ratonera, en la que se está gestando una nueva catástrofe humanitaria que amenaza con oscurecer otras todavía no resueltas y que también necesita atención.