Aunque es la crónica de una muerte anunciada, no por ello nos ha sacudido menos. Ese es el destino de aquellos que se oponen a los tiranos asesinos en las dictaduras disfrazadas de democracias que gobiernan en más países de los que debieran. Pero, además, parece que es el sino recurrente de los rusos, también más acostumbrados a los grandes sacrificios, las grandes epopeyas y a el excesivo consumo de vodka de lo que debieran. Su historia está jalonada de grandes y sanguinarios ególatras y de héroes magníficos y valientes, silenciados por el aparato de un estado solo enfocado a proteger a los que se aferran al poder por todos los métodos imaginables. Tristemente cierto que solo sobreviven los cobardes y los mediocres.

Tras un funeral cercenado por unas medidas de seguridad extremas, el opositor ruso Alexéi Navalni, de apenas cuarenta y ocho años, pudo, por fin, ser enterrado con la dignidad que todo ser humano se merece. Una dignidad que, muy probablemente, no recibió durante los últimos años de su vida, cuando no hizo sino asistir a pantomimas de juicios y sobrevivir en las durísimas condiciones de las cárceles rusas.

Navalni llevó a cabo, durante las dos últimas décadas de su vida, una irreductible oposición a Putin y todo lo que su régimen neosoviético supone. Sabía a lo que se enfrentaba y los riesgos que corría, pero aun así continuó hasta su último día luchando por sus ideas. Su viuda, una mujer no menos valiente y, probablemente, no menos sacrificada, ha decidido tomar su testigo, consciente de que su destino no será mejor. Y lo ha hecho expresando su indignación en el Parlamento Europeo casi de manera paralela al discurso anual de Putin, quien no se ha privado de amenazar al mundo con una guerra nuclear si la OTAN envía tropas a Ucrania.

Es inevitable pensar que el esfuerzo de Yulia Navalnaya será en vano, ya que la mano de hierro con la que Putin gobierna Rusia es cada vez más firme, pero, también lo es admirar el coraje de las personas que están dispuestas a morir por su país, cuando en el nuestro los que son cuestionados por su falta de ética y cosas peores no tienen la decencia de dimitir y afrontar como ciudadanos de a pie aquellas causas que se abran en su contra.

QOSHE - Navalni, el último mártir ruso - Yashmina Shawki
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Navalni, el último mártir ruso

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04.03.2024

Aunque es la crónica de una muerte anunciada, no por ello nos ha sacudido menos. Ese es el destino de aquellos que se oponen a los tiranos asesinos en las dictaduras disfrazadas de democracias que gobiernan en más países de los que debieran. Pero, además, parece que es el sino recurrente de los rusos, también más acostumbrados a los grandes sacrificios, las grandes epopeyas y a el excesivo consumo de vodka de lo que debieran. Su historia está jalonada de grandes y sanguinarios ególatras y de héroes magníficos y valientes, silenciados por el aparato de un estado solo........

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