No hay espíritu navideño más fugaz que el vivido en la ciudad de València este año. Apenas se había engalanado la nunca suficientemente iluminada capital del Túria para recibir como corresponde la Natividad del Señor cuando la policía local, por encargo del ayuntamiento, impidió a varias ONG el reparto de comida en la calle entre las personas más necesitadas. Ésas que no tienen nada. Ni un simple techo bajo el que dormir. El argumento del gobierno local era que ensuciaban el antiguo cauce del Túria, como si no fuera cotidiano observar a turistas, deportistas, caminantes o paseantes dejando todo tipo de residuos sobre el verde césped. No, eran ellos. Los que no tienen nada.

Poco después, mientras el espíritu navideño intentaba infructuosamente dejar huella como fuera entre coros de escolares cantando villancicos, el ayuntamiento sorprendía de nuevo con otro giro de guión e impedía el trabajo humanitario a una conocida asociación con más de 16 años a sus espaldas repartiendo ayuda a 70 familias sin recursos.

Y, ahora, cuando no han transcurrido ni 15 días de este nuevo año acabado de estrenar llega la guinda que finiquita cualquier atisbo de esperanza para quien no tiene euro alguno: instalar estanques con agua bajo los puentes de València para impedir que pernocten los inmigrantes.

Ustedes me llamaran tiquismiquis pero a mi, que toda esta gente que pasa hambre, frío y que ha huido de lugares con guerras horribles moleste de repente, me chirría. Muchos de los inmigrantes que duermen bajo los puentes son trabajadores del campo cuyos ínfimos salarios les impiden alquilar una vivienda digna (y más a los precios a los que ustedes saben que están).

La argumentación municipal es diversa: no pueden ocupar la vía pública porque si, generan suciedad y basura, hay que ordenar el tema de la ayuda social... Pero, aunque no te agrade ver en tu preciosa ciudad colas de personas que necesitan ayuda, duermen en cajeros, en alquerías abandonadas o donde pueden, desengáñate: existir, existen. Y la obligación de la administración no es achucharles o perseguirles sino tratar de conseguir la manera más humanitaria -y también la más cristiana, añadiría- para que pasen su día a día entre nosotros lo mejor posible. Algo que, en la mayoría de los casos, equivale simplemente a sobrevivir.

Hacen falta más comedores sociales, albergues, espacios públicos y políticas sensibles para dar cobertura a estas personas que existen y viven en nuestras ciudades. Tratar a los seres humanos como si fueran un desecho nunca ha sido ni es una opción tolerable. A ver si ahora vamos a preferir los patos a las personas por mucha belleza flamenca que nos hipnotice desde la Albufera.

QOSHE - Patos por inmigrantes en los puentes de València - Isabel Olmos
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Patos por inmigrantes en los puentes de València

4 4
17.01.2024

No hay espíritu navideño más fugaz que el vivido en la ciudad de València este año. Apenas se había engalanado la nunca suficientemente iluminada capital del Túria para recibir como corresponde la Natividad del Señor cuando la policía local, por encargo del ayuntamiento, impidió a varias ONG el reparto de comida en la calle entre las personas más necesitadas. Ésas que no tienen nada. Ni un simple techo bajo el que dormir. El argumento del gobierno local era que ensuciaban el antiguo cauce del Túria, como si no fuera cotidiano observar a turistas, deportistas, caminantes o paseantes dejando todo tipo de residuos sobre el verde césped. No, eran ellos. Los........

© Levante


Get it on Google Play