2024 no es un año más. Es año de elecciones. En junio se votará al Parlamento europeo con todo lo que ello supone. Ver hasta qué punto los populismos de derecha y de izquierda tienen solidez después de la victoria de Geert Wilders en Holanda. En Portugal se van a celebrar elecciones después de un gesto que parece único en la fauna política contemporánea y es la decisión de su primer ministro, Antonio Costa, quien con una mayoría absoluta en el parlamento dimitió por verse envuelto en un caso de corrupción de proyectos energéticos. Ha afirmado, y le honra por ello, que «ser investigado es incompatible con la dignidad del cargo». Veremos en marzo cómo se pronuncia la ciudadanía portuguesa ante este adelanto electoral. En Venezuela María Corina Machado se enfrentará a Nicolás Maduro. Una victoria de la candidata, y con Milei presidiendo Argentina, en América Latina se pueden dar nuevos equilibrios. Pero todas las elecciones, como medio mundo, dependerán de otras, en la que todos participamos de alguna forma: en noviembre se celebrarán las presidenciales de EE UU con Donald Trump con todas sus posibilidades intactas de repetir y llegar a la Casa Blanca. Del resultado que surja de las urnas dependerá la evolución de la guerra en el corazón de Europa entre Ucrania y Rusia y el conflicto entre Israel y Palestina con el liderazgo de Hamas.

La primera ha caído en el olvido. Deberíamos recordar como todo el mundo perdía el trasero por viajar a Ucrania a por familias, para acogerlas y ayudarlas. ¿Dónde ha quedado dicho impulso moral y ético? ¿Es que ya no hay víctimas? Pues apunten la friolera cifra de 80.000 personas han dejado de vivir, de respirar por un conflicto que todavía seguimos sin entender. Solamente los monomaniacos de turno que deciden, de espaldas al pueblo, que sus intereses merecen que se trunquen familias enteras y que se rompan para siempre. Por otra parte, qué decir ya de Oriente Próximo que no hallamos dicho ya. Más de 5.000 niños y niñas, menores, ya no están entre nosotros. Y nadie puede pararlo, nadie puede decir basta, nadie puede sacarles los colores a unos y otros y que les caiga la cara de vergüenza. Me dirán idealista, utópico, iluso, pero la industria bélica, también la española, sigue vendiendo armas que matan y truncan generaciones enteras.

Mientras tanto en España dependemos de un prófugo de la justicia, de un delincuente, de un malversador que ha arrodillado a un presidente del Gobierno ante un verificador internacional que nos dirá si nuestro país sigue con su Poder Ejecutivo o no. Parece que el partido del Gobierno sea una entidad clandestina en el exilio, con un secretismo que nada tiene que ver con una sociedad avanzada y democrática. Todo ello excluyendo a una parte fundamental del país concibiendo, como ha apuntado Adela Cortina en su artículo ¿Mayoría progresista?, «la comunidad política como un lugar del que sacar provecho polarizando las posiciones para ganar poder, aunque con ello se consiga que la ciudadanía ni siquiera se atreva a expresar sus opiniones en la vida amistosa y familiar por miedo a que se produzcan disensiones violentas, entonces se han destrozado la democracia y la más elemental amistad cívica». Con el paso del tiempo nos daremos cuenta que lo grave no es la amnistía en sí, sino la creencia que se está asentando en la ciudadanía en que las leyes son utilizadas por el poder de forma arbitraria y siempre en beneficio propio. Vamos a vivir una legislatura donde se van a dar fricciones y rupturas entre personas cercanas y amistades de toda la vida. La tensión social que se ha vivido históricamente en Cataluña y el País Vasco se va a trasladar al conjunto de la sociedad española. Esto es lo imperdonable de Sánchez y su Gobierno. Y a todo ello, añadan elecciones en Galicia y en el País Vasco.

Los propósitos políticos de año nuevo podrían comenzar por algo muy sencillo: decir la verdad. Que el diálogo sea un principio y no una pose partidista. Finalmente, y ante este avispero político, que la vida y su dignidad son innegociables. Nos iría un poco mejor. Feliz año.

QOSHE - 2024: ¿año nuevo político? - José Miguel Martínez Castelló
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2024: ¿año nuevo político?

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02.01.2024

2024 no es un año más. Es año de elecciones. En junio se votará al Parlamento europeo con todo lo que ello supone. Ver hasta qué punto los populismos de derecha y de izquierda tienen solidez después de la victoria de Geert Wilders en Holanda. En Portugal se van a celebrar elecciones después de un gesto que parece único en la fauna política contemporánea y es la decisión de su primer ministro, Antonio Costa, quien con una mayoría absoluta en el parlamento dimitió por verse envuelto en un caso de corrupción de proyectos energéticos. Ha afirmado, y le honra por ello, que «ser investigado es incompatible con la dignidad del cargo». Veremos en marzo cómo se pronuncia la ciudadanía portuguesa ante este adelanto electoral. En Venezuela María Corina Machado se enfrentará a Nicolás Maduro. Una victoria de la candidata, y con Milei presidiendo Argentina, en América Latina se pueden dar nuevos equilibrios. Pero todas las elecciones, como medio mundo, dependerán de otras, en la que todos participamos de alguna forma: en........

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