El sanchismo está viviendo unas semanas de una actividad frenética en las que ha tenido que utilizar sus armas preferidas: la mentira, el insulto, la degradación y utilización de las Instituciones. Nada nuevo que no se conociera, salvo que han tenido que emplearse a fondo para intentar parar el tsunami, no el "democrático", sino el de la corrupción que le achecha desde la aparición del caso Koldo y la oposición de una parte importante de la sociedad a la ley de amnistía.

El jefe único y plenipotenciario del sanchismo tiene sus peones que de una forma sumisa sirven a su amo. En ese segundo escalón cobra especial relevancia el que cada vez es más claro aspirante al "Mentiroso que no Notario Mayor del Reino", que no es otro que el ministro de Justicia, Félix Bolaños. También está la vicepresidenta primera del ejecutivo, María Jesús Montero, que cada vez tiene un peor aspecto físico, que transmite nerviosismo y estrés tanto cuando habla como cuando gesticula en las sesiones de control al Gobierno. Y por último forma parte de este grupo el Rey de la red X, antes Twitter, el hooligan preferido de Sánchez —ya lo empleó en la investidura de Feijóo—, el ministro de Transportes, Óscar Puente.

El jefe único del sanchismo está predicando con el ejemplo a sus fieles servidores: su actitud chulesca, agresiva, perdiendo la compostura institucional en la última sesión de control, utilizando una pregunta del jefe de la oposición, para pedirle a este la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid por los presuntos delitos fiscales de su pareja, y recordándole a Feijóo la tan manida foto de hace muchos años con quien luego resultó ser un narcotraficante, refleja a la perfección cómo es el personaje que habita en la Moncloa, gracias a los siete votos que compró a Puigdemont a cambio de la ley de amnistía.

Ese tono bronco y faltón que utiliza Sánchez cuando se dirige al PP o a VOX contrasta y mucho con la voz que pone de niño que no ha roto un plato, cuando tiene que contestar a los portavoces de los herederos políticos de ETA, o a los independentistas catalanes, sean estos de Junts o de ERC.

El sanchismo está desbocado. Es consciente que sus apoyos parlamentarios son muy inestables y que el de Waterloo no es que tenga la sartén por el mango, es que controla y administra todo el menaje del hogar. Pero vayamos al instrumento de la mentira, que es uno de los preferidos por el sanchismo y sus siervos.

El "Mentiroso Mayor del Reino", el ministro Bolaños, no para de utilizarlo. Hace pocos meses dijo que en la Comisión Europea había "cero preocupaciones" por la ley de amnistía. Lo repitió infinitas veces. Era mentira. Con el informe de la Comisión de Venecia sobre dicha ley, ha vuelto a mentir, al decir que desautoriza los argumentos del PP para oponerse a ella, añadiendo que dicho informe la declara plenamente constitucional. Otra mentira. Y siempre que puede, repite que la citada ley servirá para la reconciliación, para la convivencia, para el reencuentro y para no sé cuántas cosas más en Cataluña. Algo que los propios destinatarios de la ley le desmienten continuamente al señalar que el siguiente paso será el derecho de autodeterminación. Pero eso a Bolaños no le importa, porque él lo tiene muy claro: hay que vender lo que el jefe del sanchismo ordena, no sea que se enfade y te cese.

La vicepresidenta Montero ha sido pillada la semana pasada en una mentira que le puede traer serios problemas. Nada más y nada menos, reveló datos ante los periodistas que no habían sido publicados por ningún medio de comunicación sobre la denuncia de la Fiscalía de Madrid sobre la pareja de Ayuso. Datos que obviamente sólo podía conocer a través del informe de Hacienda, de la que ella es máxima responsable.

¿Qué indican todas estas mentiras, acusaciones, ataques al PP, intentos de destrucción personal y política como es el caso de Isabel Díaz Ayuso? Básicamente, que el sanchismo está muy nervioso. La corrupción le tiene cercado y eso hace pocos meses no entraba en sus planes. Como tampoco pensaba que hubiera jueces o fiscales que, con un trabajo profesional, honesto, independiente, le pudieran "entorpecer" su empeño en borrar de un plumazo lo que fue un claro intento de golpe de Estado en Cataluña en 2017; su empeño de que en España reine la impunidad; su empeño de que la ley no sea igual para todos.

En un artículo reciente ya dije que al jefe del sanchismo se le había acabado la baraca. Ya no es que todo haya dejado de salirle bien, sino que cada día le salen mal más cosas. Y como eso, su ego, su vanidad, no lo tolera bien, va de error en error hasta la derrota final. Es decir, hasta que Puigdemont se canse, o los españoles le den una patada en cierto sitio en las urnas. Ese momento llegará más pronto que tarde, y entonces, la caída del jefe del sanchismo y de todos sus acólitos, será un espectáculo que muchos españoles no querrán perderse.

QOSHE - El sanchismo está desbocado - Cayetano González
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El sanchismo está desbocado

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19.03.2024

El sanchismo está viviendo unas semanas de una actividad frenética en las que ha tenido que utilizar sus armas preferidas: la mentira, el insulto, la degradación y utilización de las Instituciones. Nada nuevo que no se conociera, salvo que han tenido que emplearse a fondo para intentar parar el tsunami, no el "democrático", sino el de la corrupción que le achecha desde la aparición del caso Koldo y la oposición de una parte importante de la sociedad a la ley de amnistía.

El jefe único y plenipotenciario del sanchismo tiene sus peones que de una forma sumisa sirven a su amo. En ese segundo escalón cobra especial relevancia el que cada vez es más claro aspirante al "Mentiroso que no Notario Mayor del Reino", que no es otro que el ministro de Justicia, Félix Bolaños. También está la vicepresidenta primera del ejecutivo, María Jesús Montero, que cada vez tiene un peor aspecto físico, que transmite nerviosismo y estrés tanto cuando habla como cuando gesticula en las sesiones de control al Gobierno. Y por último forma parte de este grupo el Rey de la red X, antes Twitter, el hooligan preferido de Sánchez —ya lo empleó en la investidura de Feijóo—, el ministro de Transportes, Óscar........

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