Las elecciones vascas que se celebrarán el domingo 21 de abril sólo tienen, a día de hoy, una incógnita muy relevante que despejar: o el lehendakari será de los herederos políticos de ETA, o el próximo inquilino de Ajuria-Enea seguirá siendo del PNV.

Por primera vez desde la transición política, el partido que ha sido hegemónico en Euskadi durante las últimas décadas tiene posibilidades reales de perder las elecciones y ser superados por quienes están deseando echarles del poder para hacerse ellos con él.

Para ser más exactos, el PNV ya perdió unas elecciones autonómicas. Sucedió en noviembre de 1986 al poco tiempo de la escisión que sufrió el partido y que dio lugar al nacimiento de Eusko Alkartasuna, con Carlos Garaikoetxea como líder. En aquellas elecciones, el PSE de Txiki Benegas sacó 19 escaños en el Parlamento Vasco, 17 el PNV y 13 EA. Aunque el PSE, EA y Euskadiko Ezkerra intentaron formar gobierno, el llamado "tripartido de la Seguridad Social", al final no fue posible, por la negativa del Gobierno de Felipe González a transferir el sistema de caja única de la Seguridad Social al País Vasco, algo a lo que Sánchez sí ha accedido años después en sus negociaciones con el PNV. Aquel gobierno tripartito no salió, y al final, el PSE, con más escaños, apoyó al candidato del PNV, José Antonio Ardanza, para que este fuera lehendakari.

Pero en 2024 las cosas son diferentes. El crecimiento de Bildu —habría que hablar realmente sólo de Sortu, el partido sucesor de Batasuna, que tiene todo el peso dentro de la coalición— ha sido muy importante en los últimos años. En las elecciones generales del 23-J quedó a sólo 1.000 votos del PNV en la Comunidad Autónoma Vasca y sacó un diputado más que los nacionalistas de Ortuzar, al tener un escaño en Navarra, donde el PNV, dentro de Geroa Bai, no obtuvo ningún diputado en la Comunidad Foral.

El blanqueamiento que a lo largo de estos últimos cinco años ha llevado a cabo Sánchez de los herederos políticos de ETA —considerándolos un partido más del arco parlamentario, pactando con ellos— ha contribuido sin duda a ese crecimiento. Pero también lo ha hecho el envejecimiento sufrido por el PNV, que es percibido por parte del sector nacionalista e independentista de la sociedad vasca como un partido viejo, burgués, anquilosado en las Instituciones, que se ha adaptado muy poco a los nuevos tiempos. Por ese conjunto de razones, el voto joven y de mediana edad de los nacionalistas e independentistas vascos va masivamente a Bildu y no al PNV.

El dilema lo tendrá Sánchez al conocer el resultado electoral en la noche del 21 de abril. Ningún partido va a tener mayoría absoluta (38 escaños de un total de 75). Si gana Bildu, lo normal es que los escaños que obtenga el PSE apoyen como lehendakari al candidato de los herederos políticos de ETA. Ese es el proyecto de Sánchez; es lo que quería hacer en Galicia —aupar al BNG a la presidencia de la Xunta con sus votos— si los números hubieran dado; es lo que hará en el País Vasco, lo que ha hecho en Pamplona, dándole la alcaldía a Bildu, y lo que intentará en Cataluña. Si la primera fuerza política es el PNV, entonces lo tendrá más complicado, porque al final, los nacionalistas de Ortuzar le amenazarán con retirarle el apoyo de sus cinco diputados en el Congreso.

Algunos han empezado a especular con un posible gobierno PNV-Bildu. Parece muy difícil. Si el inquilino de la Moncloa fuera del PP, ese pacto tendría más posibilidades, pero estando Pedro Sánchez al frente del ejecutivo, ¿para qué necesitan hacer un gobierno tan radical e independentista, si con mover una ceja consiguen todo lo que quieran? Además, si el PNV apoyara al candidato a lehendakari de Bildu, sería su muerte política, y tampoco es probable que Bildu apoye al candidato del PNV. Los de Otegui no tienen prisa en llegar al poder, aunque no desaprovecharán la ocasión si se les presenta. Eso pasa por tener un escaño más que el PNV.

El papel del constitucionalismo en estas elecciones queda reducido a lo que puedan obtener el PP y VOX, porque el PSE hace tiempo que dejó de ser constitucionalista para convertirse en una mera muleta del PNV. VOX puede aspirar a repetir el escaño que sacó hace cuatro años en Álava, y poco más. En cuanto al PP, que tiene actualmente seis diputados, debería poner en valor precisamente que es el dique de contención constitucionalista ante un Parlamento Vasco donde el PNV y Bildu van a tener más de 2/3 de los escaños. La fortaleza del PP en el País Vasco es el proyecto de España que presente y ahí puede incluso arañar algún voto socialista. En cuanto a Sumar y Podemos —se presentan por separado, como en Galicia— serán prácticamente succionados por Bildu. Un nuevo batacazo para Díaz y para los podemitas.

QOSHE - La gran batalla PNV-Bildu - Cayetano González
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La gran batalla PNV-Bildu

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27.02.2024

Las elecciones vascas que se celebrarán el domingo 21 de abril sólo tienen, a día de hoy, una incógnita muy relevante que despejar: o el lehendakari será de los herederos políticos de ETA, o el próximo inquilino de Ajuria-Enea seguirá siendo del PNV.

Por primera vez desde la transición política, el partido que ha sido hegemónico en Euskadi durante las últimas décadas tiene posibilidades reales de perder las elecciones y ser superados por quienes están deseando echarles del poder para hacerse ellos con él.

Para ser más exactos, el PNV ya perdió unas elecciones autonómicas. Sucedió en noviembre de 1986 al poco tiempo de la escisión que sufrió el partido y que dio lugar al nacimiento de Eusko Alkartasuna, con Carlos Garaikoetxea como líder. En aquellas elecciones, el PSE de Txiki Benegas sacó 19 escaños en el Parlamento Vasco, 17 el PNV y 13 EA. Aunque el PSE, EA y Euskadiko Ezkerra intentaron formar gobierno, el llamado "tripartido de la Seguridad Social", al final no fue posible, por la negativa del Gobierno de Felipe González a transferir el sistema de caja única de la Seguridad Social al País Vasco, algo a lo que Sánchez sí ha accedido años después en sus........

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