Pablo Iglesias ha pedido el voto para el Bloque en las próximas autonómicas gallegas y sorprende que este posicionamiento suyo apenas haya dado que hablar. Porque es toda una rareza que el dirigente de un partido no pida el voto para los suyos y lo pida, en cambio, para otros. Y a pesar de que el madrileño no tiene mando oficial, sigue siendo el aprendiz de brujo principal del menguado grupo. Así las cosas, su petición de voto para el BNG se puede tomar como una mera táctica electoral, pero es una que lleva adosado un alto precio: diluir por completo a Podemos en persecución de un espejismo. En otras palabras, Iglesias da por muerto a Podemos en Galicia y lo poquísimo que queda prefiere sacrificarlo en el altar del nacionalismo, antes que darle la opción quijotesca de entrar por última vez en batalla electoral y que sea el electorado quien lo liquide.

Los suyos (o no tanto) en Galicia parece que no le han hecho caso y van a presentarse por su cuenta y al margen de Sumar, pero la directriz de Iglesias muestra hasta qué punto se ha reducido la ambición política de Podemos, que fue descomunal en otro tiempo. De aspirar a dar el sorpasso a un partido como el PSOE ha pasado a contentarse con colocar a unos pocos diputados en el Congreso, tragándose humillantes condiciones, y ahora, en un nuevo descenso, pasa a pedir el voto para otro partido en unas elecciones. Aunque hay algo más en este último o penúltimo escalón. No es sólo mera táctica y conveniente tapadera de una derrota segura. Además, queda a la luz de nuevo la querencia de Iglesias por el mundo cerrado y tribal del separatismo, un espacio sin airear, donde el Bloque resulta uno de los más herméticos y clausurados. Dirigido en la sombra por la UPG, es lo más parecido a una secta milenarista que tenemos hoy con presencia en los parlamentos. Para eso pide el voto Iglesias.

Habría que analizar y psicoanalizar esa atracción fatal, que tampoco es exclusiva del fundador de Podemos. Hace, a fin de cuentas, lo mismo que tantos otros en la izquierda, sólo que va más lejos en la fusión y en la efusión. Pero precisamente por lo efusivo, incurre en el ridículo. Porque Iglesias puede creer que los del Bloque son de los suyos, pero el Bloque nunca creerá que Iglesias es de los suyos. Para el BNG, Iglesias es un extranjero: un español, un madrileño, para más, y representa a fuerzas "no gallegas", con las cuales no ha querido juntarse nunca. Cosa distinta es si para gobernar no queda otra, pero ir de la mano, eso jamás. El Bloque se junta con otros como él, como Bildu y Esquerra, y con nadie más. De ningún modo se ven en el mismo barco que grupos como Podemos o ahora Sumar. Da igual que esos grupos estén por la plurinacionalidad o postulen el derecho de autodeterminación: son partidos españoles, no hay más que hablar. El papel que reservan a gentes como Iglesias sectas como el Bloque sólo es uno, el de "tontos útiles". Y hay que decir que ese papel lo hacen de maravilla.

QOSHE - El Bloque y un "tonto útil" - Cristina Losada
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El Bloque y un "tonto útil"

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04.01.2024

Pablo Iglesias ha pedido el voto para el Bloque en las próximas autonómicas gallegas y sorprende que este posicionamiento suyo apenas haya dado que hablar. Porque es toda una rareza que el dirigente de un partido no pida el voto para los suyos y lo pida, en cambio, para otros. Y a pesar de que el madrileño no tiene mando oficial, sigue siendo el aprendiz de brujo principal del menguado grupo. Así las cosas, su petición de voto para el BNG se puede tomar como una mera táctica electoral, pero es una que lleva adosado un alto precio: diluir por completo a Podemos en persecución de un espejismo. En otras palabras, Iglesias da por muerto a Podemos en Galicia y lo poquísimo que queda prefiere sacrificarlo en el altar del nacionalismo,........

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