Enterado de que el Supremo le abre causa por su implicación en lo de Tsunami y que no duda de que los hechos encajan en el delito de terrorismo, el prófugo ha dejado caer desde alguna de sus ubicaciones en tierras belgas que ya sólo falta que le salga una cuenta secreta en Panamá. Tomaba el asunto a chacota, porque tal como están las cosas, puede. Por algo se apañó la Ley de Amnistía para introducir un terrorismo bueno amnistiable. Aún así no ha gustado al separatismo del interior —por distinguirlo del fugado— que el Supremo haya dado ese paso, desoyendo a la teniente fiscal y al propio presidente del Gobierno, con su axioma de que "el independentismo no es terrorismo". Pero el Tribunal se obstina en hacer más caso del Código Penal y de sus sentencias que de los dictámenes de Sánchez y compañía sobre qué es y qué no es terrorismo.

El Supremo desoye igualmente lo que se ha presentado como un "clamor de la sociedad civil" frente al intento de definir como terrorismo las acciones de Tsunami, clamor que se ha materializado en un manifiesto firmado por expertos juristas como Jordi Évole, Carlos Bardem, Buenafuente y otras eminencias del ramo, y que cuenta con el apoyo de sindicatos y distintas asociaciones, entre las que destaca Élite Taxi. A toda esta flor y nata la ha reunido Ómnium Cultural, con lo cual queda probado que la iniciativa es de la sociedad civil en perfecto estado de revista, completamente autónoma y ajena a sesgos o subvenciones de la sociedad política independentista.

El manifiesto es digno de consulta, no porque diga nada original, sino por su cómica audacia. Allí dónde no se atreve a llegar el portavoz de un Gobierno o de un partido, la sociedad civil Potemkin llega y sigue adelante. Después de denunciar que la causa judicial contra Tsunami es de carácter autoritario, criminaliza el ejercicio del derecho de manifestación y tiene la intencionalidad de desgastar al ente que llaman "Gobierno estatal", los firmantes aseguran —lo juran por Snoopy— que Tsunami es "un movimiento pacífico" y que sus acciones se enmarcan en la "lucha no violenta", siguiendo la tradición, suponemos, del propio Mahatma Gandhi, aquel del que los comerciantes indios decían que les costaba mucho dinero mantenerlo pobre.

Tsunami fue un movimiento tan pacífico y sus acciones tan ajenas a la violencia que únicamente consistieron en tomar el aeropuerto del Prat, aislar la torre de control, perturbar el tráfico aéreo e impedir el acceso de usuarios y tripulaciones, mediante el uso de elementos absolutamente normales que hay en cualquier aeropuerto, como extintores, vidrios, láminas de aluminio o carritos portaequipajes. Las lesiones que causaron a los policías fueron las habituales en toda acción no violenta, los pasamontañas que llevaban los pacifistas eran para no salir mal en la tele y la falsificación de tarjetas de embarque se reconocerá que es peccata minuta. Cierto que para apreciar terrorismo callejero también hay que considerar la finalidad. Pero intentar subvertir el orden constitucional, alterar gravemente la paz pública o provocar un estado de terror en la población les parecen fines totalmente legítimos a los independentistas y a los que dependen del independentismo. Y en estos casos los fines siempre legitiman los medios. Así que hay que ir un paso más allá. Tras la sugerente invención de un terrorismo bueno, se impone reconocer el derecho al terrorismo pacífico. Para que todo lo que ocurrió pueda volver a ocurrir, pero sin que haya ninguna consecuencia penal ni la sombra de una duda al respecto.

QOSHE - El derecho al terrorismo pacífico - Cristina Losada
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El derecho al terrorismo pacífico

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01.03.2024

Enterado de que el Supremo le abre causa por su implicación en lo de Tsunami y que no duda de que los hechos encajan en el delito de terrorismo, el prófugo ha dejado caer desde alguna de sus ubicaciones en tierras belgas que ya sólo falta que le salga una cuenta secreta en Panamá. Tomaba el asunto a chacota, porque tal como están las cosas, puede. Por algo se apañó la Ley de Amnistía para introducir un terrorismo bueno amnistiable. Aún así no ha gustado al separatismo del interior —por distinguirlo del fugado— que el Supremo haya dado ese paso, desoyendo a la teniente fiscal y al propio presidente del Gobierno, con su axioma de que "el independentismo no es terrorismo". Pero el Tribunal se obstina en hacer más caso del Código Penal y de sus sentencias que de los dictámenes de Sánchez y compañía sobre qué es y qué no es terrorismo.

El Supremo desoye igualmente lo que........

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