Este juego del gallina lo está ganando Puigdemont. Lo ha ganado hasta ahora, y siempre con provecho. De la investidura acá, ése ha sido el resultado invariable. El prófugo ha conseguido de Sánchez, una y otra vez, lo que quería. Todo le ha extraído, hasta la dignidad demodé. Por eso ahora, cuando aparentemente no ha cedido a las últimas y delirantes exigencias, tratan de exhibirse dignos los socialistas. De nuevo, de la necesidad, virtud. Pero también esta partida se la ha ganado Junts, aunque no haya ganado lo que aparentemente quería ganar, de ahí el estupor y el desmayo socialista. Quién iba a suponer que el "pastelero loco" estuviera loco. Después de lo que hizo en 2017. Aunque no está loco. Es su juego.

El estupor socialista da que pensar. A ver si en la claque monclovita han acabado por creerse su propia propaganda. A ver si de tanto pregonarlo, se han creído que los incorporan a la gobernabilidad y a la convivencia y demás dulces confituras para consumo de su audiencia. Si algo está claro en los de Puigdemont es su rechazo visceral a esas golosinas. Pero la reescritura del golpe del 2017 que ha hecho el PSOE, la tergiversación total y absoluta de lo que fue y cómo fue, lo ha incapacitado no sólo para encararse con el separatismo, que a eso fue a lo primero que renunció, sino también para tratar con los separatistas.

Tan nublados están, que no ven siquiera que cada cesión que arranca Junts, socava a la Esquerra, pieza clave de su Frankenstein y más dispuesta, de momento, a portarse como una ruedecilla obediente del engranaje. La presencia de Junqueras en el Congreso, planeada como colofón glorioso del "reencuentro" que va a traer la amnistía, terminó en chasco ridículo. Todo lo que está haciendo Junts, y lo está haciendo con la cooperación del PSOE, deja a Junqueras en el desairado papel de peluche de los socialistas, un peluche gigante de los que tocan en las tómbolas y que nadie sabe qué hacer con ellos. Un peluche colaboracionista, mientras la rebelión sigue viva en Waterloo.

Los burlados no entienden cómo los más interesados en la amnistía, votan en contra. Pero ¿quién es el más interesado? La cuestión es quién pierde más si la tramoya se viene abajo. ¿Un Puigdemont que se queda sin regreso triunfal o un Sánchez que se queda sin legislatura y sin Gobierno? Sin ley de amnistía, todos los rufianes pierden, pero unos más que otros. Los socialistas tienen unas semanas para pensárselo. Y Junts querrá hacerles pensar que su estrategia será la del kamikaze —los japoneses los llamaron así por el "viento divino" de un tifón que siglos atrás los había salvado de la invasión mongola—, y que como no va a tenerlo todo, no quiere nada. Nada, salvo una cosa: causar el mayor daño posible.

QOSHE - La amnistía, el gallina y los kamikazes - Cristina Losada
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La amnistía, el gallina y los kamikazes

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01.02.2024

Este juego del gallina lo está ganando Puigdemont. Lo ha ganado hasta ahora, y siempre con provecho. De la investidura acá, ése ha sido el resultado invariable. El prófugo ha conseguido de Sánchez, una y otra vez, lo que quería. Todo le ha extraído, hasta la dignidad demodé. Por eso ahora, cuando aparentemente no ha cedido a las últimas y delirantes exigencias, tratan de exhibirse dignos los socialistas. De nuevo, de la necesidad, virtud. Pero también esta partida se la ha ganado Junts, aunque no haya ganado lo que aparentemente quería ganar, de ahí el estupor y el desmayo socialista. Quién iba a suponer que el "pastelero loco" estuviera loco. Después de lo que hizo en 2017.........

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