La prueba política más espectacular de que es incierta la tranquilidad del Gobierno ante la trama de corrupción que le afecta la está dando el Gobierno. Todos los días dice que lo de Koldo ya está resuelto y punto pelota, y que no hay caso, ni por asomo, en lo de la mujer del presidente. Pero ¡ay!, siempre hay un pero: todo lo que ha hecho desde que afloraron esas historias ha consistido en hacer aflorar otras historias para poner en la diana a la oposición y apartar de sí las flechas. En el comentario político, hay tendencia a ver tapaderas por todas partes y se llegan a ver tapaderas donde no las hay. Pero que sea un topicazo no quita que, en ocasiones, el tópico apunte a algo real.

Siguiendo a Galdós, que apoda a uno de sus personajes "Confusio" por su tendencia irrefrenable al caos, hay que adscribir al confusionismo cuanto está haciendo el partido de Sánchez desde que hubo noticia de la trama ministerial. Su confusionismo persigue que el público aparte la vista de ese feo asunto, la dirija a otros feos asuntos recién servidos que afectan a la oposición, y acabe diciendo que todos son iguales y que si los míos son corruptos, los otros más aún. O que, simplemente, a la vista del caos, deje de prestar atención.

Hay caos y caos. El caos de los confusionistas no es ni puede ser caos natural y como es caos fabricado lleva signos de orden curiosos. Como el que resulta del intento de colgarle al partido de la oposición un feo asunto similar, simétrico, al que se le cuelga al partido del Gobierno. ¿Que se cuestiona el papel de la mujer del presidente en la concesión de ayudas a un grupo empresarial? Pues se airea que la Xunta, con Feijóo al frente, dio subvenciones a la empresa en la que trabajaba su pareja. Y la ministra más hooligan, cuestionada a su vez por las filtraciones en Hacienda, puede acusar ferozmente a Feijóo cuando se le pregunta por cualquier cosa. ¡Así hay empate!

Lo peor del hooligan y la hooligan no es que no tengan modales: es la bruta ignorancia. Porque la empresa en la que trabajó dos años como asesora la mujer de Feijóo no es una empresa cualquiera: es Sargadelos, fábrica de cerámica que, como suele decirse, es un icono cultural gallego. Y como lo es, ha recibido ayudas públicas durante décadas. Las tuvo, entre otras cosas, para la rehabilitación de su museo, que alberga una notable colección de artistas gallegos de la década de 1930, y es Bien de Interés Cultural. La ministra Montero quizá no haya oído hablar de Maruja Mallo, Laxeiro, Colmeiro, Eugenio Granell, Urbano Lugris o Carlos Maside, que da nombre al museo, pero en Galicia son importantes.

A la ministra le bastaba con poner en el buscador Sargadelos-Xunta de Galicia para toparse, además, con la noticia de que la Xunta salió del patronato de la Fundación Sargadelos poco después de que la pareja de Feijóo fichara por la empresa. Y con la noticia de que la retirada se debatió en el parlamento autonómico al no estar de acuerdo toda la oposición. Dijo entonces el consejero de Cultura, Román Rodríguez, que la decisión de salir se había demostrado correcta "vistas las insinuaciones" lanzadas por los socialistas. De aquellas insinuaciones, estos lodos. Este nuevo ridículo. Ya no pedimos a un ministro que tenga algo de cultura. Menos le pedimos que tenga modales. Se le pide ya tan poco, que ahora un ministro ni siquiera se siente obligado a conocer el país donde gobierna.

QOSHE - La mujer del César y la hooligan Montero - Cristina Losada
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La mujer del César y la hooligan Montero

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21.03.2024

La prueba política más espectacular de que es incierta la tranquilidad del Gobierno ante la trama de corrupción que le afecta la está dando el Gobierno. Todos los días dice que lo de Koldo ya está resuelto y punto pelota, y que no hay caso, ni por asomo, en lo de la mujer del presidente. Pero ¡ay!, siempre hay un pero: todo lo que ha hecho desde que afloraron esas historias ha consistido en hacer aflorar otras historias para poner en la diana a la oposición y apartar de sí las flechas. En el comentario político, hay tendencia a ver tapaderas por todas partes y se llegan a ver tapaderas donde no las hay. Pero que sea un topicazo no quita que, en ocasiones, el tópico apunte a algo real.

Siguiendo a Galdós, que apoda a uno de sus personajes "Confusio" por su tendencia irrefrenable al caos, hay que adscribir al confusionismo cuanto está........

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