El discurso de Javier Milei después de asumir el cargo fue, seguramente, el menos populista que se ha oído en boca de un presidente desde hace mucho tiempo, y el menos populista y demagógico que se ha podido escuchar en el ámbito de la Hispanidad. Pero de todo su discurso hay que resaltar algo que aunque secundario en lo suyo, resulta primario y fundamental en lo nuestro. Fue cuando dijo: "tenemos un proyecto de país, no un proyecto de poder". Porque, en España, lo que tenemos en el Gobierno es exactamente lo contrario. Es un proyecto de poder, no un proyecto de país.

Difícilmente se puede hablar de un proyecto de país en el caso del partido de Sánchez. No lo ha formulado nunca, salvo que aceptemos como tal la ristra de tópicos al uso. Aquello de la regeneración democrática, si es que puede asimilarse, fue pose para la galería en un primer mandato donde coleaba todavía una demanda de reformas. Quedó rápidamente enterrada y a tal profundidad que ya no la sacaron para la campaña de julio: prefirieron dedicarla a difundir un escalofriante relato de terror sobre la derecha y, para lo suyo, fue una buena opción. Pero la cuestión del proyecto de país se zanja ahora, con más motivo, con los compañeros de viaje. Cómo va a tener proyecto de país quien se subordina a los que trabajan contra el país.

No hay ninguna gran visión política identificable o reconocible en el partido de Sánchez, pero el proyecto de poder, en cambio, es nítido. Cuando se examinan sus elementos, nos encontramos con viejos conocidos, como la amenaza a la separación de poderes y a la independencia del poder judicial, la apropiación partidista de instituciones y su control, o el uso clientelar del dinero público. Son conocidos de antiguo porque vienen de atrás, de muy atrás, y eran abusos de poder que los partidos se permitían con menos disimulo y fingimiento cuando se instalaban en el nirvana de la mayoría absoluta. El disimulo ha desaparecido, y hoy se puede pasar de trabajar para el Gobierno a trabajar para el Gobierno como jefe de una institución sin rebozo de ningún tipo. Pero no es ésa la principal novedad. La novedad radical de los abusos de poder del partido de Sánchez está en que no se producen porque tiene el cheque en blanco de la mayoría absoluta: se producen para poder tenerla.

Con el fin de asegurar una mayoría parlamentaria que pende de un hilo —del hilo de la voluntad de un prófugo, sin ir más lejos— los socialistas de Sánchez alteran y pueden alterar todas las reglas. Las alteran para dar satisfacción a exigencias que transgreden las normas y las alteran para garantizar que el incumplimiento de las normas pasa los filtros. Desde la efe de Fiscalía hasta la efe de la agencia Efe, se puede pasar por el abecedario y volver a empezar para dar cuenta de la amplitud y profundidad del proyecto de poder. Desde el Tribunal Constitucional al CIS, no habrá institución, organismo, agencia ni empresa pública que permanezcan libres de la ocupación y el control del partido. Todo esto reporta además un beneficio extra: el partido es más que nunca una agencia de colocación. Y donde hay colocados, no hay disidentes. Con un proyecto de poder como éste, Sánchez puede presumir de supervivencia y hacer bromas con Jorge Javier. Pero la auténtica broma será ver, más pronto que tarde, qué sobrevive al que acaba con todo para sobrevivir en el poder.

QOSHE - No un proyecto de país: un proyecto de poder - Cristina Losada
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No un proyecto de país: un proyecto de poder

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12.12.2023

El discurso de Javier Milei después de asumir el cargo fue, seguramente, el menos populista que se ha oído en boca de un presidente desde hace mucho tiempo, y el menos populista y demagógico que se ha podido escuchar en el ámbito de la Hispanidad. Pero de todo su discurso hay que resaltar algo que aunque secundario en lo suyo, resulta primario y fundamental en lo nuestro. Fue cuando dijo: "tenemos un proyecto de país, no un proyecto de poder". Porque, en España, lo que tenemos en el Gobierno es exactamente lo contrario. Es un proyecto de poder, no un proyecto de país.

Difícilmente se puede hablar de un proyecto de país en el caso del partido de Sánchez. No lo ha formulado nunca, salvo que aceptemos como tal la ristra de tópicos al uso. Aquello de la regeneración democrática, si es que puede asimilarse, fue pose para la galería........

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