Perplejos nos deja el presidente del Gobierno. No habitualmente, porque no es el tipo de político que vuela alto, salvo en el aspecto más literal del término. Cuanto hace o dice viene determinado por la necesidad más prosaica e imperiosa, y sólo por ella. Al no ir nunca más allá, la relación causal siempre es visible y la originalidad inexistente. Pero lo que acaba de decir en Bruselas es como para dejar atónito al respetable. No representa un nuevo giro —sus giros obedecen a la necesidad—, sino que invalida de raíz los giros que ha dado para satisfacer a Puigdemont. Por lo que acaba de decir eran absolutamente innecesarios. Fútiles. Absurdos. Porque "el independentismo catalán no es terrrorismo" y, como no es terrorismo, todos los independentistas catalanes van a ser amnistiados.

Albricias. Fin de la historia. No hay ningún problema. Ni lo había. No puede haberlo si no se da, ni por asomo, ninguna clase de terrorismo en las actuaciones del prófugo y sus cachorros. Sánchez está seguro de ello al cien por cien. Y no es el único, dice: lo sabe todo el mundo. Vox populi vox Dei. Que "el independentismo catalán no es terrorismo", lo sabe, vino a decir, cualquiera. Sería una evidencia palmaria. Una verdad inmanente. Una verdad que no necesita probarse. Tampoco ante un tribunal. Ahí menos que en ningún sitio. Pero —por si acaso— quiso dejar sentado que los tribunales ratificarán la premisa del sofisma. Y vaya con la premisa. Porque nadie dice que el independentismo catalán —o cualquier otro ismo— es terrorismo. La cuestión es si ciertos independentistas catalanes cometieron actos terroristas. Aunque la cuestión más palpitante es la evidencia, esta sí, de la inmensa pérdida de tiempo a la que acaba de reducir Sánchez su negociación de la ley de amnistía.

Para qué tanto lío, tanta negociación secreta y tanto equipo jurídico escribiendo enmiendas en servilletas con el fin de garantizar la amnistía de los delitos de terrorismo cometidos por independentistas. Si no hubo terrorismo, todo eso sobraba. No hacía falta incluir como amnistiables delitos de terrorismo. La enmienda que modificó el apartado d) del artículo 2, que ha establecido dos tipos de terrorismo, el leve o "bueno" y el grave o "malo", y que se hizo así para poder amnistiar el primero, no tenía ningún sentido. Ninguno. Cómo explican el sinsentido de aceptar la enmienda cuando están seguros, cien por cien, de que no hubo ningún acto de terrorismo ni antes ni durante ni después del golpe separatista. Cuando dicen, más aún, que no puede haberlo, porque ven al independentismo tan modélico y ejemplar, que jamás podría relacionarse con algo tan sucio como el terrorismo. Por lo que dijo Sanchez, y en eso se notó que era todo lo sincero que puede ser, los socialistas vuelven a inclinar sus vanidosas cabecitas ante la superioridad moral del independentismo catalán. Lo han hecho antes y estaba escrito que lo harían.

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Para qué tanto lío si no es terrorismo

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02.02.2024

Perplejos nos deja el presidente del Gobierno. No habitualmente, porque no es el tipo de político que vuela alto, salvo en el aspecto más literal del término. Cuanto hace o dice viene determinado por la necesidad más prosaica e imperiosa, y sólo por ella. Al no ir nunca más allá, la relación causal siempre es visible y la originalidad inexistente. Pero lo que acaba de decir en Bruselas es como para dejar atónito al respetable. No representa un nuevo giro —sus giros obedecen a la necesidad—, sino que invalida de raíz los giros que ha dado para satisfacer a Puigdemont. Por lo que acaba de decir eran absolutamente innecesarios. Fútiles. Absurdos. Porque "el independentismo catalán no es terrrorismo" y, como no es terrorismo,........

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