Los diez años de Podemos se acaban de cumplir entre el desinterés general. Se nota mucho cuando no estás en el Gobierno. Pero hay alguna lección importante que arroja este decenio. Es claro que a la pregunta de cómo unos mindundis con desparpajo obtuvieron, en su instante triunfal, cinco millones de votos se responde primero con la incredulidad y el pasmo. Así estaba el patio entonces. Aunque no sólo entonces. La carta de presentación de aquel grupito, enseguida dividido y hoy en desarraigo, es una de probado gancho en muchas ocasiones críticas de nuestra historia. Cuando las cosas van mal, culpar y atacar a los políticos en ejercicio es carta ganadora, y esa carta la usaron con extrema eficacia. Como vía para entrar en el sanctasanctórum de la política, reducto al que es muy difícil acceder, establecieron con éxito que la gran batalla era entre la casta y la gente

Una década después, con paso por el Gobierno incluido, paso en falso, la pregunta es qué hicieron estos anti-casta para erradicar o corregir los males y defectos de la clase política que fustigaban. Cierto que no proponían nada, porque lo que funciona, en los estados de ánimo, no son las propuestas, ¡menudo tostón!, sino el bramido. O el llanto. Pero hagamos constar que aquella rugiente indignación contra la casta se ha fosilizado sin haber producido ni una sola transformación que no sea a peor. Y entre lo peor, el único cambio perceptible: la entronización de la falsa democracia interna de las primarias, que redobla el blindaje de los dirigentes y reduce a los antiguos aparatos a la condición de claque obsequiosa. El PSOE de Sánchez es el ejemplo. Lo de Podemos es diferente: no fue un partido ni quiso serlo.

Su contribución a la política española se sintetiza en tres más: más polarización, más infantilización y más demagogia. Es decir, todavía más. Ninguno de esos logros se consigue sin la colaboración entusiasta de una parte del público. Siempre hay una parte del público que se apunta a darles una buena lección a los politicastros. Y cuando descubre que los que iban a dar la lección son tan politicastros como los demás, volverá a apuntarse. Es más sencillo y placentero —incluso más prestigioso— meter a todo el mundo político en el mismo saco e impugnarlo entero, que hacer distinciones entre lo malo, lo menos malo y lo peor. Con estos bueyes con los que hay que arar no habrá mejor selección de élites políticas ni mayor rendición de cuentas. Pero nadie esperaba realmente de Podemos que trajera mejora alguna en esos asuntos. Se obtuvo de ellos lo que se quería: la gratificación instantánea de estar justamente indignado. Y luego, chao. Mejor dicho, hasta la próxima.

QOSHE - Podemos fue gratificación instantánea - Cristina Losada
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Podemos fue gratificación instantánea

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23.01.2024

Los diez años de Podemos se acaban de cumplir entre el desinterés general. Se nota mucho cuando no estás en el Gobierno. Pero hay alguna lección importante que arroja este decenio. Es claro que a la pregunta de cómo unos mindundis con desparpajo obtuvieron, en su instante triunfal, cinco millones de votos se responde primero con la incredulidad y el pasmo. Así estaba el patio entonces. Aunque no sólo entonces. La carta de presentación de aquel grupito, enseguida dividido y hoy en desarraigo, es una de probado gancho en muchas ocasiones críticas de nuestra historia. Cuando las cosas van mal, culpar y atacar a los políticos en ejercicio es carta ganadora, y esa carta........

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