Había pocas esperanzas de que Trump no arrasara en las primarias republicanas, pero con la retirada del gobernador de Florida, Ron DeSantis, en las vísperas de New Hampshire se disiparon todas. Al día siguiente, en un enfrentamiento a dos en un estado teóricamente hostil para él porque permite votar a los independientes, Trump ganó por más de diez puntos. Lo único que nos queda es esperar a ver cuándo se retira Nikki Haley, que había fiado toda su campaña a un buen resultado en New Hampshire. Su campaña asegura que al menos seguirán hasta el super martes, a comienzos de marzo, pero diez días antes se votará en Carolina del Sur, donde Haley fue gobernadora. Si no gana allí, o al menos pierde por muy poco, sería ridículo seguir. Y todos sabemos lo bien que Trump explota el ridículo.

En todo caso da igual. No por esperadas dejan de ser muy malas noticias para el Partido Republicano. En primer lugar porque Donald Trump es, a estas alturas, el único candidato capaz de perder, otra vez, con el senil Joe Biden. Su presidencia está siendo un desastre en todos los frentes, desde el económico hasta el internacional y su apoyo en las encuestas está bajo mínimos desde la desastrosa salida de Afganistán. No ayuda, claro, que su estado mental se haya hecho cada día más evidente desde que llegó a la presidencia. Hubiese perdido contra cualquier republicano, pero cuando se le enfrenta a Trump las cosas no están tan claras. Y la influencia del hombre del pelo naranja en el Partido ha supuesto que salgan elegidos candidatos que han perdido elecciones a priori fácilmente ganables. Si hasta logró que Fetterman ganara en Pennsylvania estando severamente afectado por un infarto cerebral merced a su apoyo al doctor Oz en las primarias.

No está claro que las causas penales con la que los demócratas pretenden meterle en la cárcel vayan a jugar un papel más importante en las presidenciales. Fueron cruciales en las primarias, con cada nuevo avance elevando su intención de voto, porque era evidente que ninguna de ellas se hubiera llevado al juzgado si el acusado fuera otro, y muchos republicanos sienten, con razón, que las cartas están marcadas por la falta de ética democrática de sus rivales. Pero lo más probable es que ninguna haya llegado a juicio en noviembre. Así que el resultado seguramente se decidirá dependiendo de si los votantes llegan en las urnas con la cabeza puesta en el aborto o en la inmigración, con la diferencia de que Biden no podrá hacer gran cosa en lo referente al aborto, pero Trump si podrá frenar la inmigración ilegal, como hizo durante su primer mandato.

Por otra parte, aun en el supuesto de que fuera elegido, no está claro hasta qué punto su acción de gobierno entraría dentro de lo que podemos llamar derecha norteamericana. Es cierto que hay materias enteras que le dan bastante igual y en las que puso al cargo a quienes juzgó que podían contentar a las bases, algo que seguramente repita, aunque también nombró para algunos de esos puestos a quien pensó que no le daría problemas, lo que significó poca o ninguna reforma. Nominó a tres jueces para el Supremo cuyo trabajo está ya dando frutos para la derecha constitucional, como se ha visto ya en asuntos como el aborto y la discriminación positiva y seguramente veamos pronto en el recorte de poderes de las agencias gubernamentales. Su política exterior fue la mejor desde Reagan. Pero también fue proteccionista, derrochador con los recursos públicos y, sobre todo, demostró que lo más importante para él es ganar. De modo que no sorprendería, por ejemplo, que dejara de apoyar a Ucrania si ésta no logra suficientes avances.

Aunque las encuestas no nos dejan un ganador claro para noviembre, sí que indican que nadie, ni a un lado ni a otro, quería que se repitiera el combate de 2020. Pero justo eso es lo que tendremos. La elección de la marmota.

QOSHE - Trump contra Biden, otra vez - Daniel Rodríguez Herrera
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Trump contra Biden, otra vez

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05.02.2024

Había pocas esperanzas de que Trump no arrasara en las primarias republicanas, pero con la retirada del gobernador de Florida, Ron DeSantis, en las vísperas de New Hampshire se disiparon todas. Al día siguiente, en un enfrentamiento a dos en un estado teóricamente hostil para él porque permite votar a los independientes, Trump ganó por más de diez puntos. Lo único que nos queda es esperar a ver cuándo se retira Nikki Haley, que había fiado toda su campaña a un buen resultado en New Hampshire. Su campaña asegura que al menos seguirán hasta el super martes, a comienzos de marzo, pero diez días antes se votará en Carolina del Sur, donde Haley fue gobernadora. Si no gana allí, o al menos pierde por muy poco, sería ridículo seguir. Y todos sabemos lo bien que Trump explota el ridículo.

En todo caso da igual. No por esperadas dejan de ser muy malas noticias para el Partido Republicano. En primer lugar porque Donald Trump es, a estas alturas, el........

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