La prensa de izquierdas ha recibido la victoria de Trump en Iowa con comentarios poco meditados. Se quejan de que los electores republicanos voten a Trump y puedan llegar a convertirlo en candidato. Lo cierto es que la responsabilidad de que el magnate tenga altas probabilidades de vencer en noviembre no se debe tanto al entusiasmo que despierta el histrión como el bajo índice de aprobación de Biden, que no gusta para un segundo mandato ni a sus votantes. Es el único demócrata que puede perder con él. Cualquier otro ganaría. Dan por hecho que la victoria de Trump en Iowa por tanta diferencia es casi definitiva. No es verdad. Todo el mundo sabe que en 2016 el candidato republicano fue Donald Trump. Y, sin embargo, en aquel año, el empresario perdió las primarias de Iowa frente a Ted Cruz, que las ganó allí con un discurso más conservador que el del promotor inmobiliario. Acusan a Trump de querer acabar con la democracia estadounidense con el fin de que los republicanos moderados no le voten. Pero son precisamente estas exageraciones las que hacen que su electorado se reafirme en su voluntad de apoyarlo (algo que debería meditar aquí la derecha política y mediática cuando desbarra acusando a Sánchez de ser peor de lo muy malo que ya es). Si de verdad se creyeran lo peligroso que es Trump, le pondrían delante otro candidato que no fuera Biden, que es su mejor garantía de victoria.

Por otra parte, falta mucho para decidir la carrera republicana. Es verdad que Ron DeSantis y Nikki Haley han obtenido en Iowa menos votos de los previstos, pero el más perjudicado es, a pesar de ser segundo por poco, el gobernador de Florida, que es el más conservador de los tres, en un estado donde el votante republicano es muy conservador. Sus resultados en New Hampshire (23 de enero) serán peores. Nikki Haley saldrá de allí bien parada si, además de ser segunda, cosa que se da por hecho, consigue que la distancia con Trump no sea brutal. Luego se jugará la partida en Carolina del Sur (24 de febrero), estado natal de Haley y en el que debería de poder ganar a Trump. Si allí fuera derrotada por una gran diferencia de votos, Trump sería sin duda el finalmente nominado. Pero, si Haley sale de allí viva, todo se resolverá el Supermartes (5 de marzo), cuando se celebrarán las primarias en 24 estados a la vez. Hay buenas razones para que Trump sea derrotado entonces.

Para empezar, el día anterior habrá empezado su juicio en Washington, donde está acusado de serios delitos. Las encuestas dicen que un tercio de los electores republicanos no le votarían si fuera condenado. Luego está el hecho de que Trump sólo puede ser elegido una vez más, lo que dificulta que con él los republicanos puedan tener dos mandatos presidenciales seguidos. Pero, lo más importante es que, según las encuestas y dando por hecho que seguirán diciendo poco más o menos lo mismo en las próximas semanas, Haley tiene muchas más probabilidades que Trump de ganar a Biden. Es decir, con Haley, la victoria es más segura y puede ser por ocho años. Con Trump no lo es tanto, sólo puede ser presidente para cuatro años y el día de las elecciones quizá esté en la cárcel. No está todo el pescado vendido, ni mucho menos.

QOSHE - Iowa - Emilio Campmany
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Iowa

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17.01.2024

La prensa de izquierdas ha recibido la victoria de Trump en Iowa con comentarios poco meditados. Se quejan de que los electores republicanos voten a Trump y puedan llegar a convertirlo en candidato. Lo cierto es que la responsabilidad de que el magnate tenga altas probabilidades de vencer en noviembre no se debe tanto al entusiasmo que despierta el histrión como el bajo índice de aprobación de Biden, que no gusta para un segundo mandato ni a sus votantes. Es el único demócrata que puede perder con él. Cualquier otro ganaría. Dan por hecho que la victoria de Trump en Iowa por tanta diferencia es casi definitiva. No es verdad. Todo el mundo sabe que en 2016 el candidato republicano fue Donald Trump. Y, sin embargo, en aquel año, el empresario perdió las primarias de Iowa frente a Ted Cruz, que las........

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