Puigdemont pudo elegir en su momento la tragedia y convertirse en un mártir del independentismo. Al final, por cobardía, eligió la comedia y ya no sabe salir de ella. Y cuánto más serio se pone, más se carcajea de él el público. Recuerda al don Nuño del don Mendo, que expresa su ira por su honor herido con dramáticos versos que no hacen más que provocar la hilaridad de los espectadores, que se rulan de risa contemplando la desgracia del desgraciado padre. Nuevamente profiere una amenaza el fantoche y dice que se propone devolver a los corrales los tres decretos que presenta el Gobierno para ser convalidados. Éste, como hizo con los de la pasada legislatura, ofrece tramitarlos como proyectos de ley para dar la oportunidad de que los socios los enmienden a cambio de que, de momento, continúen en vigor. Ya se sabe que no habrá ninguna enmienda y que la tramitación como proyecto de ley es un engañabobos que nadie se cree. Los socios de Sánchez se dejan embaucar porque las mercedes que ha de darles el felón son otras, tan infames que no pueden entregarse con luz y taquígrafos. ¡Qué más le da a Bildu o a Esquerra Republicana lo que digan los decretos si de lo que se trata es de que no quede un preso de ETA en la cárcel y se apruebe la amnistía y se celebre el referéndum de independencia! Y a Puigdemont debería también darle igual porque lo único que debería de importarle es ser amnistiado y volver a España con el éxito en el bolsillo de haberle doblado el brazo a los magistrados del Supremo.

Pero no. Puigdemont es como esos invitados a una fiesta que les gusta hablar más alto de lo necesario para que todo el mundo se entere de las cosas tan interesantes que está diciendo. O como esos jugadores de póquer que, por dar la nota, juegan todas las manos hasta el final por malas que sean las cartas que lleven. O como esos conductores que no paran de tocar el claxon para avisar de su augusta presencia al resto de usuarios de la calzada. Y quiere que se retiren los decretos y negociar su texto ex novo. Y quiere que la cuestión prejudicial no paralice el procedimiento, que es algo que de todas maneras hará, lo diga o no ningún ucase del Rasputín de Pedro el Guapo. Y quiere que se dé más dinero a Cataluña que al resto por el coste de la digitalización de la justicia. Y quiere que se premie a las empresas que vuelvan a Cataluña. Y se castigue a las que no lo hagan. Y quiere, y quiere y quiere… A estas alturas ya le habrá llamado alguien del PSOE, quizá Santos Cerdán, para decirle que se calle, se esté quieto y vote obedientemente no vaya a ser que al gran visir le dé por retirar la proposición de ley de amnistía y al fantasma le toque pasarse otros seis años disfrutando del delicioso clima de Waterloo y escuchando por las noches los lamentos de los soldados franceses muertos por Wellington. La pantomima ya era ridícula al principio. Ahora es estomagante.

QOSHE - La farsa del indepe colérico - Emilio Campmany
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La farsa del indepe colérico

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10.01.2024

Puigdemont pudo elegir en su momento la tragedia y convertirse en un mártir del independentismo. Al final, por cobardía, eligió la comedia y ya no sabe salir de ella. Y cuánto más serio se pone, más se carcajea de él el público. Recuerda al don Nuño del don Mendo, que expresa su ira por su honor herido con dramáticos versos que no hacen más que provocar la hilaridad de los espectadores, que se rulan de risa contemplando la desgracia del desgraciado padre. Nuevamente profiere una amenaza el fantoche y dice que se propone devolver a los corrales los tres decretos que presenta el Gobierno para ser convalidados. Éste, como hizo con los de la pasada legislatura, ofrece tramitarlos como proyectos de ley para dar la........

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