El PP de Feijóo ha resultado ser como esos equipos malos que, hartos de soportar las faltas que sin cesar comete el contrario, deciden hacer todavía más. Y luego le exigen al árbitro que tenga con ellos la misma tolerancia que con los otros. De la misma forma que una injusticia no se combate con otra, una inconstitucionalidad no se anula con otra. Como no se compensa un mal con otro ni se tapa una tontería con otra o se expía un delito con otro. Hacer lo que pretende el PP implica menospreciar la Constitución tanto o más que el Gobierno. Al menos éste lo hace por necesidad y sólo hasta donde exigen sus socios a cambio de mantenerlo en el poder. El PP en cambio lo hace motu propio, en una mal entendida sobreactuación gratuita que tan sólo sirve para que algunos piensen que en Génova se tiene tan poca estima por la Constitución como en Ferraz. Por supuesto, el Gobierno está tratando de vulnerar nuestra Constitución. Pero el mejor modo de defenderla no es a tortazos contra sus principios.

Dicen que esta decisión tan torpe de proponer dentro de la enmienda a la totalidad a una ley palmariamente inconstitucional otra que todavía lo es más se debe a que las encuestas dicen que los votantes del PP quieren una oposición más firme y dura contra los desmanes del PSOE. Pero, para ser firme y duro no hace falta subirse a un bulldócer y pasar por encima de la Carta Magna. Al contrario, el PP debería ser firme, pero en la exigencia de que se apliquen los artículos de la Constitución escrupulosamente. Eso no se hace metiendo en la cárcel a quien quiera reformarla en el sentido que sea, como quieren los independentistas, desde luego, pero también Vox, cuando dice que le gustaría acabar con el Estado de las autonomías que la Constitución consagra.

En Génova, ya que aquello es un páramo intelectual, deberían haberse iluminado en los clásicos. Y allí habrían encontrado la famosa frase atribuida a Voltaire y que es ella sola un canto contra la abominable propuesta del PP: "No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo".

Que haya un número considerable de españoles que voten a partidos que tienen como principal fin romper España no es un problema de la Constitución. Ni algo que pueda arreglarse condenando penalmente a quienes no quieren que sus regiones sigan formando parte de España. Que haya otros muchos que voten al PSOE a pesar de estar este partido dispuesto a ayudar a esos otros a alcanzar sus deletéreos fines tampoco es un problema que la Constitución pueda arreglar ya que, gracias a Dios, cada español tiene, y hasta ahí podíamos llegar, el derecho a votar a quien le parezca. Desgraciadamente, esos dos problemas no se arreglan con una reforma legal, ni mucho menos con una que convierta en delincuente a quien exprese oposición o disgusto por la Constitución. De la propuesta de Vox, que además de inconstitucional es una tontería, lo más piadoso es no hablar de ella.

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La inconstitucionalidad con inconstitucionalidad no se paga

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05.01.2024

El PP de Feijóo ha resultado ser como esos equipos malos que, hartos de soportar las faltas que sin cesar comete el contrario, deciden hacer todavía más. Y luego le exigen al árbitro que tenga con ellos la misma tolerancia que con los otros. De la misma forma que una injusticia no se combate con otra, una inconstitucionalidad no se anula con otra. Como no se compensa un mal con otro ni se tapa una tontería con otra o se expía un delito con otro. Hacer lo que pretende el PP implica menospreciar la Constitución tanto o más que el Gobierno. Al menos éste lo hace por necesidad y sólo hasta donde exigen sus socios a cambio de mantenerlo en el poder. El PP en cambio lo hace motu propio, en una mal entendida sobreactuación gratuita........

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