Un aspecto de la teoría de juegos explica cómo dos jugadores pueden arrastrarse a la ruina por no fiarse el uno del otro cuando, si hubieran estado dispuestos a colaborar, se habrían beneficiado ambos. Algo parecido pasó este martes en el Congreso de los diputados. Perdió el Gobierno, aunque sólo sea por el hecho de haber salido derrotado de una votación. En los países normales, los que se ven en tal trance plantean una cuestión de confianza o dimiten directamente. Aquí, obviamente, nada de esto va a ocurrir, pero al menos pone de relieve urbi et orbi la debilidad de Pedro Sánchez. Y pierde también Junts, que retrasa la tramitación de la ley que ha de librar a su gente de la merecida cárcel a cambio de distinguirse de la supuestamente pastueña Esquerra y de mostrar igualmente urbi et orbi lo fuerte que puede ser el puño de Puigdemont cuando estruja las blanduras de Pedro Sánchez.

No está mal. Menos da una piedra. Pero hay que ser consciente de que es poca cosa. El marcador se pone a cero, el texto de la proposición se devuelve a la Comisión para realizar nuevamente los trámites y antes de un mes ha de presentarse al pleno para ser votada otra vez con este texto o con el que pacte el PSOE con sus agrestes aliados. Sólo se ha ganado tiempo. Y no mucho. Aunque aparentemente la victoria sea de Junts y desde luego no tenga gracia para el PSOE perder una votación, el caso es que precisamente el tiempo es lo que corre a favor de Pedro Sánchez. Se supone que la tramitación de la amnistía le debilita, aunque las encuestas no lo reflejan porque su electorado es mucho más sensible a los recortes sociales que a los trapicheos con la nación, como ya demostró Zapatero cuando fue capaz en 2008 de volver a ganar las elecciones a pesar de su infame negociación con ETA. El caso es que, mientras se tramita la amnistía, Puigdemont votará lo que le ponga el PSOE, como hizo con aquellos tres decretos-leyes. De hecho, el artículo 43 bis de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que tanto disgusta a Junts y que podía haber derogado votando "no" a la validación de la norma, sigue hoy vigente. Y, mientras siga la tramitación de la amnistía, no puede esgrimir nuevas exigencias, como la del referéndum o cualquier otra tanto o más inconstitucional que ésa. También da tiempo a que las instrucciones judiciales contra los independentistas por los muchos delitos cometidos durante el intento de golpe de Estado avancen, por mucho que luego los golpistas tilden de prevaricación esos avances.

De modo que sí, que el resultado de la votación de este martes perjudica a los dos, a PSOE y a Junts, al primero por vestirlo con la imagen de derrota y al segundo porque da más tiempo para que la amnistía de algún modo descarrile, aunque ahora mismo no se sepa muy bien cómo podría hacerlo. Poco más. No obstante, aunque sea poco, ¿a que da gusto oír al fin una buena noticia, aunque sea pequeña?

QOSHE - Por fin una buena noticia - Emilio Campmany
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Por fin una buena noticia

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31.01.2024

Un aspecto de la teoría de juegos explica cómo dos jugadores pueden arrastrarse a la ruina por no fiarse el uno del otro cuando, si hubieran estado dispuestos a colaborar, se habrían beneficiado ambos. Algo parecido pasó este martes en el Congreso de los diputados. Perdió el Gobierno, aunque sólo sea por el hecho de haber salido derrotado de una votación. En los países normales, los que se ven en tal trance plantean una cuestión de confianza o dimiten directamente. Aquí, obviamente, nada de esto va a ocurrir, pero al menos pone de relieve urbi et orbi la debilidad de Pedro Sánchez. Y pierde también Junts, que retrasa la tramitación de la ley que ha de librar a su gente de la merecida cárcel a cambio de........

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