En Occidente, creemos que la guerra de Gaza es fruto del conflicto inmediato que enfrenta a Israel con los palestinos. Y que el mismo está exacerbado por el más amplio que opone a Irán con los Estados Unidos. Pero hemos olvidado prestar suficiente atención en nuestros análisis a la guerra que libran chiíes contra suníes.

Es cierto que desde que se fundó la república islámica en 1979, ésta es enemiga mortal del Gran Satán. Pero no lo es menos que, desde el principio y durante casi todos los ochenta, hubo una terrible guerra entre Irán e Irak. El enfrentamiento se percibió como uno en el que, por un lado, estaba el conservadurismo religioso de los ayatolás y, por el otro, el laicismo ateo del partido Baaz, socialista y aliado de la URSS. Sin embargo, los iraníes no combatieron a los iraquíes porque fueran comunistas, sino para liberar a la mayoría chií del Sur del sometimiento a la minoría suní del centro. Precisamente, para evitar que Irán se apoderara de Irak, fue por lo que George H. W. Bush no quiso en 1991 derrocar a Saddam Hussein tras liberar al recién invadido Kuwait. Pero, cuando George W. Bush acabó en 2003 el trabajo que creyó que su padre había dejado sin terminar, le dio a Irán la oportunidad de imponer el control chiita sobre todo el país. Todavía no se ha completado, pero poco a poco va llegando.

No es sólo con Irak con quien se ha enfrentado Irán. También lo ha hecho con la muy suní Arabia Saudita, la otra teocracia del mundo islámico. Los saudíes han podido defenderse gracias a la ayuda de los norteamericanos. Los iraníes respaldaron en el Yemen, en el Suroeste de la península arábiga, una revuelta chií contra el Gobierno yemení protagonizada por los hutíes. Los saudíes no pudieron derrotarles porque, tras el asesinato en Estambul de Jamal Kashoggi, un periodista saudí del Washington Post muy crítico con Mohamed bin Salmán, heredero al trono y virtual gobernante absoluto, Joe Biden acusó del crimen al príncipe heredero. La indignación de la opinión pública norteamericana hizo que Biden limitara cada vez más la ayuda militar a los saudíes que, en consecuencia, fueron ya incapaces de derrotar a Irán en Yemen. Tal era el distanciamiento que Estados Unidos no quiso ayudar a Riad a responder al gravísimo ataque hutí contra instalaciones petrolíferas saudíes en 2019. Cuando Hamás perpetró el atentado del 7 de octubre pasado, Riad estaba rindiéndose, intentando alcanzar un acuerdo de paz con los hutíes a cambio de reconocer su control sobre parte del Yemen.

En Siria, cuando en 2011, en plena primavera árabe, la mayoría suní se rebeló contra el despótico régimen de Bashar al-Assad, perteneciente a una pequeña secta del islam, quien acudió en su ayuda fue el chiita Irán. Teherán logró, con la inestimable ayuda de Rusia y la pasividad de Estados Unidos, mantener al carnicero en el poder, logrando que la mayoría suní siguiera dominada.

Uno de los más importantes objetivos del ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre era evitar que Arabia Saudí e Israel entablaran relaciones diplomáticas en el marco de los acuerdos Abraham. En definitiva, se propuso evitar que dos enemigos de Teherán pudieran llegar a formar un frente común. Y lo ha conseguido.

Si se mira todo desde la perspectiva de la lucha entre chiíes y suníes, el golpe terrorista del 7 de octubre, la atolondrada respuesta de Estados Unidos a él, la cobarde contestación europea y el comprensiblemente sobreexcitado contraataque israelí, el resultado no puede ser considerado más que como un éxito para Teherán. Porque Occidente, al calibrar su respuesta, no ha tenido en cuenta este punto de vista. Desde luego no es el único en el que reparar, pero es lo suficientemente importante como para que no deba ignorarse.

QOSHE - Qué se libra en Gaza - Emilio Campmany
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Qué se libra en Gaza

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24.01.2024

En Occidente, creemos que la guerra de Gaza es fruto del conflicto inmediato que enfrenta a Israel con los palestinos. Y que el mismo está exacerbado por el más amplio que opone a Irán con los Estados Unidos. Pero hemos olvidado prestar suficiente atención en nuestros análisis a la guerra que libran chiíes contra suníes.

Es cierto que desde que se fundó la república islámica en 1979, ésta es enemiga mortal del Gran Satán. Pero no lo es menos que, desde el principio y durante casi todos los ochenta, hubo una terrible guerra entre Irán e Irak. El enfrentamiento se percibió como uno en el que, por un lado, estaba el conservadurismo religioso de los ayatolás y, por el otro, el laicismo ateo del partido Baaz, socialista y aliado de la URSS. Sin embargo, los iraníes no combatieron a los iraquíes porque fueran comunistas, sino para liberar a la mayoría chií del Sur del sometimiento a la minoría suní del centro. Precisamente, para........

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