Habrá que agradecer a Koldo que, de portero del puticlub Rosalex pasó a agente comercial de Abalorios & Co. y a consejero de Renfe Mercancías, el hilo por el que ha salido el ovillo de corrupción de Sánchez y sus famiglias: la del Gobierno, la del PSOE y la conyugal con Begoña Gómez, que desde que su marido cambió el colchón de la Moncloa, nunca antes, simultanea la tarea de fundraiser del Instituto de Empresa, una cátedra en la Complutense sin tener título universitario y la salvación de empresas en crisis con dinero público, como Globalia, a la que, entre unas cosas y otras, Pedro Sánchez, esposo de Begoña, ha donado, Ábalos mediante, unos 1.100 millones de euros.

Notará el curioso lector que en este ensayo también yo me he pasado al pichinglish, pero es que sin la jerga pichinglera no se puede entender la naturaleza de este negocio de vendehumos y artistas del tocomocho verde. Hay que asomarse al vídeo en que María Begoña Gómez, socia conyugal de Pedro Sánchez, explica su know-how, o sea, cómo-me-lo-llevo-crudo. Y aquí debemos introducir la figura del heredero de Air Europa, que, como la arruinada Plus Ultra del gobierno venezolano, fue rescatada de la quiebra gracias a la generosidad de Sánchez con cargo al bolsillo de los españoles.

Javier Hidalgo, hijo y heredero del creador de Air Europa, cultivaba una estética de Príncipe Gitano o gipsy gigolo cuando acompañaba a Begoña a Londres o San Petersburgo y patrocinaba sus actos afrosolidarios. Con la misma generosidad subvencionaba al Zamora C.F. de Aldama, el cerebro de la mafia de las mascarillas y asesor-consejero de Globalia, un marco en que pudo enriquecer su cultura gracias al negociado de Begoña.

Hidalgo padre se ha hecho dominicano, como Felipe González, y por allí, entre hoteles y otros negocios anda Hidalgo hijo, amigo de Rosauro Varo, el de Prisa. A Javier, el covid19 le arruinó el pelotazo de la venta a Iberia y acabó siendo rescatado por Sánchez con subvenciones de más de 600 millones de euros, según subrayó Ábalos, apuntando a Moncloa, por ser "empresa estratégica". Estratégica fue la extraordinaria relación del gipsy king del empresariado progre con Begoña, codirectora de la cátedra "Transformación social competitiva", que nadie sabe qué quiere decir, pero que suena a Agenda 2030. No es nada nuevo que, exhibiendo una gran sensibilidad social, políticos sin escrúpulos usen dinero público para tapar la escasa competitividad de una empresa de sus amigos. Pero insisto, como primer paso en la investigación de ese salvamento con perfume de estafa, el estudio del discurso ecofriendly de la catedrática Begoña Gómez, capaz de hablar dos minutos sin decir absolutamente nada. O sea, una Judith Butler de Bilbao, que se ahorró la indigestión de Derrida y Lacan y acabó casada con un pichi de los madriles que la ha convertido en algo más que su mujer.

No hay mucha información, aunque sí bastantes fotos, de esa Begoña emprendedora, que no empresaria, docente, que no catedrática, y práctica, que no teórica, de la jerga woke, herida física que se inflige al bolsillo del contribuyente con excusas metafísicas, como la de salvar el planeta. El mejor resumen de Sánchez Enterprise o Begoña Airlines puede verse en el programa de Carlos Cuesta en el canal de YouTube de Libertad Digital, que cuenta ya con más de 700.000 suscriptores, que Sánchez llamaría patriotas de hojalata pero más que dispuestos a acabar con los golpistas de cartón.

Destaco los contactos con los empresarios marroquíes desde el Africa Center del Instituto de Empresa, descrédito de esa universidad privada que ella compagina con la universidad pública, sin obstáculo, creo, en ninguna de ellas. El máster de su cátedra de la Complutense es el único caso en el que los alumnos tienen un título universitario del que la profesora carece.

Ya digo que es difícil sustraerse a las especulaciones más o menos verosímiles sobre la relación entre las andanzas económicas de Begoña y la relación de sumisión, si no extorsión, que Sánchez muestra con respecto a Marruecos, sobre todo tras el robo o hackeo de los móviles de ambos. Hay quien asegura que lo que el vulgo suponía grabaciones eróticas de la pareja monclovita eran, en realidad, datos de los negocios de los Sánchez-Gómez. Lo cierto es que no hay nada que sostenga esa tesis, salvo que Sánchez acudió indignadísimo al programa de Ana Rosa a denunciar que se había publicado —no dijo quién, no lo denunció— que su mujer pertenecía a una trama de narcotráfico. Y como Sánchez miente siempre, una denuncia tan exagerada mosquea al ya mosqueado. Más que lo de Marcial Dorado, sí.

Pero hay que alejarse de elucubraciones que llevan a la difamación y centrarse en la información. En España, decir narcotráfico es decir Marruecos, a quien Sánchez regaló, Marlaska mediante, la desarticulación de la unidad más importante en la lucha contra el tráfico de drogas en el Estrecho. Y antes, en nombre de España, a espaldas del Rey y de las Cortes, la soberanía del Sahara. En su último viaje logró una foto y almorzar bajo un retrato del sultán. Eso no son relaciones exteriores, es sadomasoquismo.

En uno de sus encuentros con empresarios de la patronal marroquí fraguados en los orígenes del Africa Center, a Begoña le robaron el móvil. Extraña que en una dictadura los rateros se atrevieran a tanto, salvo que fueran rateros reales y la descortesía obedeciera a la siempre socorrida razón de Estado. Y todo lo que debilite a España es bueno para Marruecos. No tendría por qué ser así, pero así es, casi desde la independencia alauita.

Si Begoña tenía en su móvil datos de sus relaciones con empresas como Globalia, el chantaje estaría servido. Pero, insisto, no hay datos. Y uno puede tener la peor opinión sobre Sánchez, yo acabo de publicar un libro de 575 páginas sobre este asunto, pero no se debe aventurar cualquier cosa, y menos mediando una relación familiar, sin tener pruebas tangibles.

Es verdad que el hecho mismo de la existencia de un negociado de influencias en la Moncloa es escandaloso, y éticamente reprobable. No es descartable tampoco que la chulería de Ábalos tenga que ver con lo que sabe sobre el Sector Negocios del Presidente. Y la extrema susceptibilidad de Sánchez cuando se habla de Begoña puede atribuirse al celo familiar y no a la precaución ante cualquier revelación sobre su flanco más débil, que, a todos los efectos, son los negocios de Begoña, ahora de dominio público.

Pero lo importante, en este caso como en todos, es no correr antes de andar. Y ver lo que va saliendo, que saldrá, sobre una gente que ha hecho de todo fiada en su impunidad. Si yo fuera investigador, me centraría en el viaje de Ábalos y Koldo a la República Dominicana. ¿Fueron a ver a Javier Hidalgo? ¿A buscar en el desaparecido gipsy king datos sobre Begoña para protegerse de Sánchez? En todo caso, la joint venture Sánchez-Gómez es inaceptable en una democracia, incluso en la española, que se dispone a amnistiar a un golpista como Puigdemont que, de la mano de Sánchez, ya anuncia otra insurrección contra España.

La legislatura, dure lo que dure, se anuncia de absoluta putrefacción institucional. Y me temo que no podemos recurrir al patriotismo de Begoña Gómez para que nos ayude a salir de este trance. Quizás a su prudencia, aunque ya dice el refrán que dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma opinión. A veces, la tienen ya antes de irse a dormir.

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Sánchez Enterprise, Begoña Airlines & Moncloa Junction

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04.03.2024

Habrá que agradecer a Koldo que, de portero del puticlub Rosalex pasó a agente comercial de Abalorios & Co. y a consejero de Renfe Mercancías, el hilo por el que ha salido el ovillo de corrupción de Sánchez y sus famiglias: la del Gobierno, la del PSOE y la conyugal con Begoña Gómez, que desde que su marido cambió el colchón de la Moncloa, nunca antes, simultanea la tarea de fundraiser del Instituto de Empresa, una cátedra en la Complutense sin tener título universitario y la salvación de empresas en crisis con dinero público, como Globalia, a la que, entre unas cosas y otras, Pedro Sánchez, esposo de Begoña, ha donado, Ábalos mediante, unos 1.100 millones de euros.

Notará el curioso lector que en este ensayo también yo me he pasado al pichinglish, pero es que sin la jerga pichinglera no se puede entender la naturaleza de este negocio de vendehumos y artistas del tocomocho verde. Hay que asomarse al vídeo en que María Begoña Gómez, socia conyugal de Pedro Sánchez, explica su know-how, o sea, cómo-me-lo-llevo-crudo. Y aquí debemos introducir la figura del heredero de Air Europa, que, como la arruinada Plus Ultra del gobierno venezolano, fue rescatada de la quiebra gracias a la generosidad de Sánchez con cargo al bolsillo de los españoles.

Javier Hidalgo, hijo y heredero del creador de Air Europa, cultivaba una estética de Príncipe Gitano o gipsy gigolo cuando acompañaba a Begoña a Londres o San Petersburgo y patrocinaba sus actos afrosolidarios. Con la misma generosidad subvencionaba al Zamora C.F. de Aldama, el cerebro de la mafia de las mascarillas y asesor-consejero de Globalia, un marco en que pudo enriquecer su cultura gracias al negociado de Begoña.

Hidalgo padre se ha hecho dominicano, como Felipe González, y por allí, entre hoteles y otros negocios anda Hidalgo hijo, amigo de Rosauro Varo, el de Prisa. A........

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