Ser rico está bien. Ganar dinero es estupendo. Tener un buen puesto es cojonudo. Los ricos consumen más. Los directivos generan puestos de trabajo. El dinero no da la felicidad y todo eso, pero facilita bastante las cosas. El único sistema político que ve un problema en los ricos es el comunismo, porque necesita pobres, muchos pobres, cuantos más, mejor. Yolanda, que es comunista y ministra, por este orden, quiere pobres, quiere esclavos, quiere miserables haciendo cola para recibir la calderilla venenosa del Estado, y quiere intervenir en los salarios de los directivos de las empresas.

La inmensa mayoría de los españoles quieren ricos, muchos, todos los que seamos capaces de fabricar. La vida es mejor rodeada de ricos. Las empresas de ricos generan ricos puestos de trabajo. Un montón de tipos con nóminas gigantescas convierten poco a poco al país en un país rico. Por otra parte, Yolanda no lo sabe, pero son esos directivos con cuantiosos sueldos los que son asaltados a diario por los encapuchados de Hacienda del Gobierno de Sánchez, para que después los diferentes ministerios se repartan el botín, y tengan dinero a mansalva para dilapidar en cosas chulísimas.

Yolanda es mujer inquieta y en exceso motivada. De pasión desordenada por su trabajo y de acción atolondrada a todas horas. Quien la quiera debería recomendarle un poco de calma. A la luz de sus intervenciones públicas, no hay duda de que su cabeza es un cortocircuito permanente. Le pirra ser noticia por sus alucinaciones creativas, y cuando logra hilar alguna idea, aunque sea mala, se siente en la necesidad de compartirla al instante. Yolanda no filtra cuando fluctúa entre ensoñaciones, y su agenda política es como esa cerveza con poso que se agita antes de beber; además de estar malísima, es densa y confusa.

La ministra de Trabajo, en su última perorata boomer-comunista, ni se molesta ya por disimular la mala intención, la de apelar a las más bajas pasiones de los ciudadanos para despertar en ellos el mal bicho de la envidia, del rencor. La amenaza a los directivos de las empresas es una maniobra sibilina, no tanto para la distribución del miedo, sino para resucitar el germen del enfrentamiento de clases en una época en la que ya ha pasado de moda. Pero, por encima de todo, sus palabras en las jornadas de UGT son una grosería.

Yolanda dice que es abogada y que ejerció como tal. Pero nunca ha sido otra cosa que activista, si exceptuamos su tarea como descuidera de partidos comunistas, siempre con el cazo puesto por si hereda un cargo. Toda su experiencia laboral en el mundo de la empresa consiste en haber intentado arruinar la existencia a los responsables de diferentes empresas, mediante el noble arte del sindicalismo. Eso es asunto suyo, sin duda, que por entonces no había entrado en política, para gloria, bendición y alegría de todos los españoles. En cambio, es asunto nuestro tener de ministra de Trabajo a una mujer que desconoce lo que es trabajar en el sector privado, crear una empresa, ganar dinero, generar puestos de trabajo, pagar nóminas religiosamente, y comerse impuestos paganamente.

Dudo que haya alguien en el entorno de Sánchez menos preparado que Yolanda para la cartera de Trabajo. Todo el hueco vacío que deja su desconocimiento del mundo empresarial lo cubre con rencor, de modo que no debería asombrarnos su fijación por insultar a las grandes empresas españolas, putear a los autónomos y amenazar a los directivos. Toda la indignidad es suya, toda la grosería es suya, pero toda la culpa es de Pedro Sánchez.

Yolanda no tiene ni la menor idea de lo que es un directivo. Se alimenta de su caricatura de trazo grueso y prejuicio obeso. No sabe lo que es trabajar cada día y que de tu esfuerzo y talento dependan cientos de puestos de trabajo y sus familias. Yolanda escucha la expresión montar una empresa y cree que hay que ensillarla primero. Así que todo lo que deberían responderle los directivos ahora es esto: si no va a ayudar, al menos no moleste. Y suélteme el brazo.

QOSHE - Suélteme el brazo, ministra - Itxu Díaz
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Suélteme el brazo, ministra

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20.01.2024

Ser rico está bien. Ganar dinero es estupendo. Tener un buen puesto es cojonudo. Los ricos consumen más. Los directivos generan puestos de trabajo. El dinero no da la felicidad y todo eso, pero facilita bastante las cosas. El único sistema político que ve un problema en los ricos es el comunismo, porque necesita pobres, muchos pobres, cuantos más, mejor. Yolanda, que es comunista y ministra, por este orden, quiere pobres, quiere esclavos, quiere miserables haciendo cola para recibir la calderilla venenosa del Estado, y quiere intervenir en los salarios de los directivos de las empresas.

La inmensa mayoría de los españoles quieren ricos, muchos, todos los que seamos capaces de fabricar. La vida es mejor rodeada de ricos. Las empresas de ricos generan ricos puestos de trabajo. Un montón de tipos con nóminas gigantescas convierten poco a poco al país en un país rico. Por otra parte, Yolanda no lo sabe, pero son esos directivos con cuantiosos sueldos los que son asaltados a diario por los........

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