Hace tres años, a finales de 2021, se realizó en institutos de Navarra una encuesta en la que se reflejaron los siguientes datos: el 43% de los alumnos de enseñanza secundaria no saben que ETA existió, el 99,5% no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco y el 26% considera que la violencia está justificada para la consecución de fines políticos. Podríamos añadir a ésta otras muchas encuestas, tanto navarras como vascas, pero sólo servirían para repetirnos inútilmente.

Esto no es otra cosa que el resultado de muchos años de ingeniería ideológica masiva que ha provocado, con la inestimable colaboración de unos medios de comunicación obedientes al poder, la legitimación del brazo político de ETA. Los casi novecientos asesinados por los etarras en las últimas décadas deben ser olvidados por el bien de la democracia, y por ese mismo bien debe ser recordado permanentemente aquel 18 de julio de hace casi un siglo, causa de todos los males de España. Y, por supuesto, tampoco se puede ni mencionar lo que provocó aquel 18 de julio porque su libre y equitativa discusión pondría todo el esquema patas arriba.

Las nuevas generaciones no saben que aquellos novecientos asesinados, los miles de huérfanos, viudas y heridos y los cientos de miles de exiliados, silenciados y atemorizados –pasados y presentes– que provocó ETA son la causa de la hegemonía separatista en tierras vasconavarras. Pero lo que sí saben, y por eso les parece atractivo, es que Sortu es un partido progresista que defiende todas las causas incluidas en el paquete del pensamiento único: ideología de género, dogma calentológico, inmigración masiva, agenda 2030, globalismo y, por supuesto, antifranquismo, ese pegamento indeleble que une todas las facciones por encima de matices.

La defensa de esas causas es lo que convierte al brazo político de ETA en una más de las opciones de la gran coalición izquierdista-separatista que hoy gobierna España. Y el hecho clave es que esas opciones funcionan entre sí como vasos comunicantes: los votos que pueda perder en un momento dado uno de los vasos pasan a otro, pues sus programas son perfectamente intercambiables en lo fundamental. Así se ha comprobado con los trasvases Sortu-izquierdas que han tenido lugar en las elecciones nacionales, regionales y municipales desde hace ya algunas décadas.

Pues bien, el notable crecimiento del BNG en unas elecciones gallegas en las que han votado 170.000 personas más que hace cuatro años responde al mismo fenómeno: los votos que han perdido unos social-comunistas en horas bajas se han trasladado a otro de los vasos, el separatista. Pero el conjunto no ha perdido, como tampoco lo perdió en 2020 en comparación con 2016, cuando los separatistas votaron en masa a la extrema izquierda. Lejos de ello, el conjunto ha ganado, puesto que, a pesar de miopes triunfalismos del PP, los 68.000 votantes de más que han recibido las opciones llamadas derechistas (PP y Vox) se han visto superadas por los 86.000 votos que ha ganado el conglomerado izquierdas-separatistas. Además, los estudios estadísticos demuestran el aumento del voto izquierdista y separatista según se baja en la pirámide de edad, lógica consecuencia del adoctrinamiento escolar. Moraleja: la victoria de la alianza izquierdas-separatistas es una simple cuestión de tiempo. Pero el PP, como siempre, durmiendo en los laureles. Y si alguno de sus dirigentes se ha dado cuenta de ello, probablemente le dé igual mientras él pueda disfrutar hoy de su puestazo. Y los que vengan detrás, que arreen.

El lector avispado se habrá dado cuenta de que falta una de las piezas del rompecabezas. Y esa pieza, efectivamente, es el PP. Porque aunque bastantes de sus votantes sigan sin enterarse por la fidelidad irreflexiva que les caracteriza, el PP está a un cuarto de hora de distancia de la coalición izquierdas-separatistas. A los que en este momento se estén escandalizando les recomiendo que echen un vistazo a la férrea tenaza que el PP y el PSOE manejan al unísono en la UE. Pues allí ambos partidos, engañosamente enfrentados de cara a la galería electoral, votan juntos en la gran mayoría de las decisiones importantes, como las que afectan a la agenda 2030, la inmigración, la política exterior, la ideología de género o la transferencia de soberanía desde los Estados hacia el gobierno europeo. Bien claro lo dejó el popular González Pons cuando declaró hace unos meses que "en Bruselas somos coalición desde hace mucho tiempo con el Partido Socialista y con Los Verdes, y seguiremos siendo coalición con ellos". Los datos confirman lo declarado por González Pons: desde enero de 2020 hasta junio de 2023, el PP y el PSOE han votado lo mismo el 88,15% de las veces –un total de 1.384 iniciativas– y distinto sólo el 11,85%. Por su parte, PP y Vox han votado distinto en el 49,34% de las ocasiones. Sólo Vox, oponiéndose a la dictadura del pensamiento único, aporta pluralismo político a una España asfixiada por la uniformidad ideológica. Y sólo por este motivo la existencia de Vox debería ser celebrada por los sinceros amantes de la libertad y la democracia, pero como ésos no abundan en España, lo que se hace es triturar al que tenga el atrevimiento de disentir.

Por eso se equivocan los periodistas y opinadores de eso que se sigue llamando, con escasa coherencia, la derecha cuando se alegran tanto del triunfo del PP en Galicia como del escaso resultado de Vox, que, por cierto, ha aumentado sus votos en un 21% a pesar del implacable linchamiento al que le han sometido todos los medios tanto de la izquierda como de la derecha. La tenaza del PP-PSOE en la UE, reproducida aquí por los medios de comunicación.

Y se equivocan gravemente porque, amordazando y menospreciando la voz de la minoría que hoy, con tenacidad digna de encomio, representan Abascal y los suyos, lo único que consiguen es afianzar la condición del PP de sirviente de una izquierda que, lenta e inexorablemente, va consiguiendo todos sus objetivos sin oposición capaz de resistir.

www.jesuslainz.es

QOSHE - Izquierdas y separatismos, vasos comunicantes - Jesús Laínz
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Izquierdas y separatismos, vasos comunicantes

6 10
24.02.2024

Hace tres años, a finales de 2021, se realizó en institutos de Navarra una encuesta en la que se reflejaron los siguientes datos: el 43% de los alumnos de enseñanza secundaria no saben que ETA existió, el 99,5% no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco y el 26% considera que la violencia está justificada para la consecución de fines políticos. Podríamos añadir a ésta otras muchas encuestas, tanto navarras como vascas, pero sólo servirían para repetirnos inútilmente.

Esto no es otra cosa que el resultado de muchos años de ingeniería ideológica masiva que ha provocado, con la inestimable colaboración de unos medios de comunicación obedientes al poder, la legitimación del brazo político de ETA. Los casi novecientos asesinados por los etarras en las últimas décadas deben ser olvidados por el bien de la democracia, y por ese mismo bien debe ser recordado permanentemente aquel 18 de julio de hace casi un siglo, causa de todos los males de España. Y, por supuesto, tampoco se puede ni mencionar lo que provocó aquel 18 de julio porque su libre y equitativa discusión pondría todo el esquema patas arriba.

Las nuevas generaciones no saben que aquellos novecientos asesinados, los miles de huérfanos, viudas y heridos y los cientos de miles de exiliados, silenciados y atemorizados –pasados y presentes– que provocó ETA son la causa de la hegemonía separatista en tierras vasconavarras. Pero lo que sí saben, y por eso les parece atractivo, es que Sortu es un partido progresista que........

© Libertad Digital


Get it on Google Play