Con la extrema izquierda clásica, un asunto que no tiene nada que ver con esas bobaditas posmodernas y tardo-adolescentes estilo Podemos, pasa algo bien curioso. Y es que, por razones que a mí se me escapan, resulta que solo ha sobrevivido a la caída del Muro en la República Argentina y en las cuatro provincias de Galicia. También aguantó una temporada larga en Grecia, como es fama, pero eso solo fue hasta que ganó las últimas primarias de Syriza un millonario gay y pijo hasta decir basta, cierto Estéfanos Kaselakis, tipo que amasó su fortuna facturando en calidad de ejecutivo agresivo en las oficinas centrales de Goldman Sachs.

Así las cosas, y desde lo del tal Kaselakis, las únicas especies vivas que quedan en el parque jurásico del gauchismo mundial son los 257 partidos trotskistas argentinos, con sus correspondientes escisiones y disidencias internas, y la Unión do Povo Galego, formación marxista-leninista (pensamiento Mao-Tse Tung), que a estas horas anda ya a un paso de hacerse con el control de la Xunta de Galicia. En el tiempo absurdo que nos ha tocado vivir, puede ocurrir que en el rincón más tradicional y socialmente conservador de España, el más con diferencia, un partido de genuina ultraizquierda que organiza homenajes todos los veranos al jefe de su brazo armado muerto en un tiroteo con la policía, esté a punto de ganar las elecciones sin que nadie, absolutamente nadie en la derecha repare en su doctrina.

Son desconcertantes: ven comunistas por todas partes, salvo allí donde resulta que los hay de verdad. En fin, allá ellos. Porque no remite a ninguna exageración diseñada para asustar a los niños afirmar que el BNG puede desplazar al PP de la Xunta. Puede, en efecto, conseguirlo. Aunque no por su marxismo-leninismo camp, ni tampoco por la torpeza infinita que están acreditando los estrategas de comunicación del PP. El BNG puede ganar porque los gallegos tienen ojos. Y ven con ellos cómo los separatistas catalanes son tratados siempre en Madrid con la consideración que a ellos se les niega. Y los agravios se pagan.