Hubo un tiempo en el que Cuba era el mayor exportador de azúcar del mundo. Su peso en los mercados mundiales era tal que podía influir en el precio internacional del azúcar. Pero bajaron los barbudos de Sierra Maestra, en la Isla se instaló el comunismo, con una capacidad destructiva que no tiene límites, y hoy Cuba tiene que importar azúcar. Eso sí: es la sal de todos los platos.

Allá donde haya un conflicto, un foco desestabilizador, un negocio turbio o una oportunidad de sembrar el terror, allá acudirá el régimen de Cuba. Fidel Castro se lo dijo al chileno Jorge Edwards en 1970 –entonces en La Habana, como embajador de Salvador Allende—: "seremos malos para producir, pero para pelear sí que somos buenos".

Y es que para entonces Cuba ya se había convertido en un santuario donde entrenar a los grupos terroristas de medio planeta. Por las manos cubanas pasaron colombianos del ELN y del FARC, palestinos miembros de Hamás, italianos de las brigadas rojas, libios, irlandeses del IRA; ETA recibió su primer adiestramiento militar muy cerca de La Habana y durante muchos años la Isla funcionó de refugio donde ocultarse tras cometer atentados. En La Habana llegaron a funcionar guarderías "montoneras" creadas para cubrir las necesidades familiares de los hijos de los terroristas argentinos.

Cuba dejó de exportar azúcar para dedicarse a "exportar la revolución". Miles de guerrilleros fueron enviados a numerosas naciones: Venezuela, Chile, Argentina, Bolivia, Nicaragua... Pero los cubanos también lucharon en Guinea, Congo, Etiopía y en la guerra de Yom Kippur para acabar con el estado de Israel.

Como no sabían o no querían producir bienes y servicios como el resto de los países, se especializaron en hacer el trabajo sucio a naciones aliadas (la antigua URSS, Irán, Siria), pero también impulsaron numerosos actividades delictivas y criminales. Hoy se habla del "Cartel de La Habana" para aludir a la ingente actividad de tráfico de drogas realizada desde Cuba.

El régimen de los Castro siempre trató de desvincularse públicamente de cualquier sospecha de narcotráfico. En 1989, Fidel Castro ante la acumulación de evidencias en contra del régimen buscó un chivo expiatorio en la cabeza de los generales Arnaldo Ochoa y Tony de la Guardia. Pocos le creyeron.

Ahora en Cuba no hay pan, ni leche, ni electricidad. No son capaces de producir. Ahora, como recoge el informe "Cuba, principal aliado de Putin" elaborado por el Center for a Free Cuba y la Asociación Española Cuba en Transición, el régimen de Díaz-Canel se ha erigido en un apoyo diplomático, propagandístico y militar fundamental para Rusia. Las reuniones al más alto nivel entre los dos países se suceden. Todo es confuso. Pero hay algo claro: en el frente ucraniano hay varias brigadas de soldados cubanos. Una vez más, Cuba, ya sin azúcar, es la sal de todos los platos.

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Cuba, la sal de todos los platos

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18.04.2024

Hubo un tiempo en el que Cuba era el mayor exportador de azúcar del mundo. Su peso en los mercados mundiales era tal que podía influir en el precio internacional del azúcar. Pero bajaron los barbudos de Sierra Maestra, en la Isla se instaló el comunismo, con una capacidad destructiva que no tiene límites, y hoy Cuba tiene que importar azúcar. Eso sí: es la sal de todos los platos.

Allá donde haya un conflicto, un foco desestabilizador, un negocio turbio o una oportunidad de sembrar el terror, allá acudirá el régimen de Cuba. Fidel Castro se lo dijo al chileno Jorge Edwards en 1970 –entonces en La Habana, como embajador de Salvador Allende—: "seremos malos para producir, pero para pelear sí que somos........

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