La presidenta del Congreso de los Diputados, como ella misma sabe bien, tendrá que dimitir y acabará expulsada del PSOE como consecuencia del escándalo de corrupción de las mascarillas. Ocurrirá cuando Sánchez considere que debe entregarla para interponer un cortafuegos en un asunto que le está afectando directamente por la aparición de su mujer, una circunstancia que los socialistas y sus palmeros fingen admitir con toda naturalidad. Porque lo de que la mujer del primer ministro tome cafelitos con empresarios que más tarde trincan subvenciones millonarias del Gobierno es una excepción ibérica que debe estar siendo contemplada con admiración por las socialdemocracias del resto del continente europeo. Es el modelo del socialismo bananero trasladado al continente europeo, el gran giro intelectual protagonizado por la izquierda española desde que la ultraizquierda llegó a las instituciones y Sánchez al poder.

Francina Armengol compareció ayer ante los medios de comunicación, primer error grave de un político cuando es inocente; no digamos ya si es culpable. Lo hizo para aclarar todas las dudas sobre su participación en la trama orquestada desde el ministerio de Transportes y lo cierto es que empezó muy bien: "Quiero explicar bien el contexto en lo que los estoy explicando las cuestiones que voy a explicar". Ni Pepe Isbert cuando daba a las buenas gentes de Villar del Río su famosa explicación desde el balcón del ayuntamiento. Oro molido y otra página gloriosa para los anales del sanchismo, si es que cuando pase esta ventolera quedan ánimos para recopilar tanta charlotada.

La todavía presidenta del Congreso de los Diputados no sabe por qué el gobierno balear que presidía guardó las mascarillas inservibles de Koldo, las koldorillas, si para devolverlas o para utilizarlas, porque unas veces era lo primero y otras lo segundo, según el momento de su intervención. Tampoco quedó clara cuál fue su participación directa en este feo asunto salvo sus esfuerzos por presentarse como víctima de Koldo, que abusó de su buena voluntad sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo. Los contribuyentes de las Baleares, que pagaron un material inútil, el sobreprecio abusivo establecido por la adjudicataria y la mordida de la banda van todos detrás de Francina Armengol, la mayor damnificada en un feo asunto que ya ha superado las fronteras españolas. Porque los socialistas lo hacen todo a lo grande y, puestos a trincar, mejor hacerlo con cargo a los fondos europeos, una tradición de gran arraigo en la izquierda mediterránea desde que los socialistas italianos instalaban olivos de cartón piedra por los campos y enviaban a Bruselas las fotos aéreas para trincar las ayudas de la PAC.

El escándalo está siendo de órdago y con tendencia a empeorar según pasan los días. Francina Armengol haría bien en ir recogiendo los bártulos de su despacho del Congreso, que luego todo son prisas. Hay que salvar a Begoña y sus cafelitos y Sánchez, en eso, no va a perdonar.

QOSHE - Francina caerá - Pablo Molina
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Francina caerá

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06.03.2024

La presidenta del Congreso de los Diputados, como ella misma sabe bien, tendrá que dimitir y acabará expulsada del PSOE como consecuencia del escándalo de corrupción de las mascarillas. Ocurrirá cuando Sánchez considere que debe entregarla para interponer un cortafuegos en un asunto que le está afectando directamente por la aparición de su mujer, una circunstancia que los socialistas y sus palmeros fingen admitir con toda naturalidad. Porque lo de que la mujer del primer ministro tome cafelitos con empresarios que más tarde trincan subvenciones millonarias del Gobierno es una excepción ibérica que debe estar siendo contemplada con admiración por las socialdemocracias del resto del continente europeo. Es el modelo del socialismo bananero........

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