La inmersión lingüística en catalán es el tesoro mejor guardado del nacionalismo, una especie de joya de la corona que articula el discurso supremacista del separatismo, un método sagrado, la piedra filosofal de la transmisión de conocimientos, la esencia más pura del catalanismo, el sistema pedagógico de mayor enjundia en el mundo. Los independentistas catalanes consideran que la escuela pública catalana es la mejor del planeta, un compendio universal de virtudes y excelencias cuyas bondades constituyen un axioma irrefutable. De ahí que haya que preservar dicha inmersión de cualquier contaminación procedente del exterior. El catalán es el pasaporte hacia el éxito, el idioma de los elegidos, la lengua de la excelencia, el conjunto referencial más depurado y excelso de la comunicación humana.

No de otro modo se explica que las entidades independentistas, los sindicatos catalanistas del ramo educativo, la propia administración de la Generalidad catalana y las fuerzas vivas del catalanismo hayan puesto el grito en el cielo ante la insensata misión del Parlamento Europeo para analizar sobre el terreno semejante suma de características celestiales. En dos palabras, la "escola catalana".

Las deambulaciones por Cataluña de una delegación de la cámara de Estrasburgo han causado un desasosiego formidable entre la comunidad educativa de la región. Sindicalistas, altos cargos de la Generalidad, partidos y entidades independentistas han mostrado en las últimas 48 horas su más absoluta y sincera perplejidad ante los comisionados europeos que han osado meter sus narices en el paraíso educativo catalán, un complejo cultural que dicho sea de paso ha quedado como el orto en el último Informe PISA, un programa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que mide la comprensión lectora y los conocimientos matemáticos de los estudiantes adolescentes de todo el mundo.

Pero no sólo han exhibido su perplejidad los arietes de la educación catalana. Ante tamaña provocación, una misión europea, han procurado que los eurodiputados fueran recibidos y tratados como se merece cualquiera que cuestione un sistema educativo que vulnera toda clase de derechos, principios y valores humanos y humanitarios. Les han puesto toda clase de pegas, no han respondido ni una sola de sus preguntas, les han demostrado con manifestaciones, declaraciones y pronunciamientos que no son bienvenidos y les han recordado que Cataluña es suya. Un territorio de la Unión Europea, sí, Una parte de España, por desgracia para ellos. Una democracia, claro, pero siempre que nadie se inmiscuya en sus asuntos, en sus niños y en su forma de adoctrinarles. Pasa que sus niños son los de todos y sus formas de adoctrinarles constituyen una atrocidad desde el mismo momento en el que les niegan la posibilidad de ser educados en su lengua materna o, en el caso de los catalanohablantes, en una lengua oficial en su región, en su país y en un número no precisamente menor de países del mundo.

Sobre tal cuestión es reveladora la carta que la "Asamblea Nacional Catalana" (ANC) ha enviado a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola. Estupefactos ante la delegación europea que pretendía conocer la inmersión obligatoria en catalán y sus efectos, los señores y señoras de dicha ANC han escrito que la enseñanza en castellano en Cataluña "es un derecho inexistente". Tal cual. Sin rodeos. "Quan els jutges espanyols protegeixen un dret inexistent (el de garantir l'ensenyament en castellà), no només estan soscavant els drets lingüístics protegits, sinó que també ignoren els instruments internacionals ratificats per Espanya, així com la jurisprudència internacional sobre la matèria", reza la misiva de la organización independentista. Un derecho inexistente.

La jurisprudencia internacional a la que aluden se refiere a la protección de las lenguas minoritarias y el catalán lo es, sin duda. Después de cuarenta años de gobiernos nacionalistas en Cataluña con competencias exclusivas en educación, resulta que el uso del catalán no ha superado al del español, idioma materno de más de la mitad de los residentes en Cataluña. El fracaso de la Generalidad sería colosal si no se mide en términos de exclusión social, acoso escolar e intimidación ambiental de quienes solo piden que un 25% de las clases se den en español o que el uso de tal idioma en los ámbitos públicos no se considere para los habitantes de Cataluña una concesión y una excepción por razones de excelencia. Para que se entienda, el caso del futbolista Messi o, en el otro extremo, que las obras de Marsé, Moix o Mendoza no sean consideradas literatura catalana porque no están escritas en catalán.

Dice el profesor Antonio Robles (fundador de Ciudadanos, exdiputado en el parlamento catalán y autor de Extranjeros en su país, un libro sobre la situación de más de la mitad de la población catalana publicado en 1992) que la mejor manera de defender los derechos sociales y lingüísticos de los catalanes castellanohablantes es abrir el compás a los propagandistas de la inmersión. Tiene razón. La presidenta de la misión europea, la diputada estonia del Partido Popular Europeo, Yana Toom, ha comparecido este miércoles (20 de diciembre de 2023) en la oficina del Parlamento Europeo de Barcelona y ha dicho que no sería capaz de recurrir a los tribunales y enfrentarse a la presión ambiental si fuera una madre catalana que quisiera que sus hijos recibieran una educación bilingüe. En catalán, pero también en español.

De que el español sea lengua vehicular en Cataluña ya ni hablamos. Y es que quién se puede oponer a que sus hijos no sepan español pero se expresen más que correctamente en catalán, un idioma reducido por los catalanistas a la jerigonza imprescindible para optar a un puesto de camarero o de cualquier otro oficio que incluya atender al público más exigente del mundo, los independentistas.

QOSHE - El catalán y los camareros - Pablo Planas
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El catalán y los camareros

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21.12.2023

La inmersión lingüística en catalán es el tesoro mejor guardado del nacionalismo, una especie de joya de la corona que articula el discurso supremacista del separatismo, un método sagrado, la piedra filosofal de la transmisión de conocimientos, la esencia más pura del catalanismo, el sistema pedagógico de mayor enjundia en el mundo. Los independentistas catalanes consideran que la escuela pública catalana es la mejor del planeta, un compendio universal de virtudes y excelencias cuyas bondades constituyen un axioma irrefutable. De ahí que haya que preservar dicha inmersión de cualquier contaminación procedente del exterior. El catalán es el pasaporte hacia el éxito, el idioma de los elegidos, la lengua de la excelencia, el conjunto referencial más depurado y excelso de la comunicación humana.

No de otro modo se explica que las entidades independentistas, los sindicatos catalanistas del ramo educativo, la propia administración de la Generalidad catalana y las fuerzas vivas del catalanismo hayan puesto el grito en el cielo ante la insensata misión del Parlamento Europeo para analizar sobre el terreno semejante suma de características celestiales. En dos palabras, la "escola catalana".

Las deambulaciones por Cataluña de una delegación de la cámara de Estrasburgo han causado un desasosiego formidable entre la comunidad educativa de la región. Sindicalistas, altos cargos de la Generalidad, partidos y entidades independentistas han mostrado en las últimas 48........

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