Al presidente del Gobierno se le han olvidado en su discurso de víspera de los inocentes no pocos de sus grandes logros de este año que concluye. Y eso que no ha tenido más remedio que presentarse ante la ciudadanía como el hombre providencial que domó la inflación, redujo el paro, bajó la luz, frenó al fascismo, venció a los profetas del caos y llenó la cesta de la compra de los españoles de viandas sin IVA al tiempo que le cantaba las cuarenta a Netanyahu y presidía la Unión Europea, un hito calificado por su excelencia de "histórico". Y tan histórico. La primera vez que alguien le llama "nazi" a un democristiano alemán en el Parlamento Europeo.

A Sánchez se le pasó comentar, por ejemplo, los efectos de la ley del sí es sí, la rebaja de condenas a los delincuentes sexuales y la liberación de cientos de ellos. Tampoco habló de otra de sus proezas, esa de haber devuelto a Puigdemont a la senda de la política. Sí, sí, porque Sánchez ha logrado que Puigdemont, un prófugo de la justicia, tenga más poder en sus manos que el Poder Judicial en pleno. Puede que se reserve la carta de la amnistía para el discurso de "fiestas" del año que viene, cuando Puigdemont ya pueda pasear tranquilamente por sus dominios.

Tampoco se ha extendido demasiado nuestro presidente en su relevante papel en el plano internacional como pagafantas de Hamas y los hutíes, turista en Marrakech, desertor de la OTAN en el Mar Rojo, cabecilla del Grupo de Puebla y primo de Mohamed VI. La España de Sánchez es El Dorado de todas las izquierdas, las nuevas Rusia, Cuba y Venezuela en el sur de Europa, capital, Barcelona, la franja de Gaza catalana. Ha dicho, eso sí, que su política internacional es "feminista". Sí, feminista de Irán.

Pero lo que más destacó del balance presidencial es la tristeza que le producen a nuestro guía y centinela las bromas con el "Me gusta la fruta" de Isabel Díaz Ayuso. A Sánchez le duele el éxito de la réplica de la presidenta de Madrid para salir al paso de su reacción ante los insultos que el líder socialista le dedicó desde la tribuna del Congreso en su discurso de investidura. El presidente del Gobierno considera que bromear con el "me gusta la fruta" para criticarlo no sólo debería ser "deleznable" sino también "condenable". ¿Pero condenable cómo? ¿Como un golpe de Estado a cuyos autores se indulta primero y amnistía después? ¿O deleznable como sus 'cambios de opinión'?

Las palabras de Sánchez parecen un aviso a navegantes. ¿De verdad nos gusta tanto la fruta? La legislatura va a ser larga, muy larga. La presión está ahora mismo sobre los jueces. El independentismo catalán añade policías y periodistas a la caza de brujas. Los empresarios también están nominados. Se avecinan malos tiempos para los amantes de la fruta. Peligroso está el barrio de Guatemala.

QOSHE - Malos tiempos para los amantes de la fruta - Pablo Planas
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Malos tiempos para los amantes de la fruta

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28.12.2023

Al presidente del Gobierno se le han olvidado en su discurso de víspera de los inocentes no pocos de sus grandes logros de este año que concluye. Y eso que no ha tenido más remedio que presentarse ante la ciudadanía como el hombre providencial que domó la inflación, redujo el paro, bajó la luz, frenó al fascismo, venció a los profetas del caos y llenó la cesta de la compra de los españoles de viandas sin IVA al tiempo que le cantaba las cuarenta a Netanyahu y presidía la Unión Europea, un hito calificado por su excelencia de "histórico". Y tan histórico. La primera vez que alguien le llama "nazi" a un democristiano alemán en el Parlamento Europeo.

A Sánchez se le pasó comentar, por........

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