Pedro Sánchez pretende tapar la corrupción con más corrupción. La basura le llega al cuello. Los pelotazos de las mascarillas apestan a ese socialismo tan característico de barra americana y zarzuela de marisco. Socialismo de cuñados le llaman. El tito Berni, Koldo, el chófer de la coca de los ERE, los típicos conseguidores. Sánchez se inmuta lo justo. No le temblará el pulso si tiene que achicharrar a Armengol, a Illa, a Marlaska y a quien haga falta. A María Jesús Montero se le puede poner cara de Lastra en cualquier momento. Y a un tal ministro Torres le huele el trasero a Ábalos. Pero la jugada maestra va a ser aprobar la amnistía de Puigdemont en un alarde de desprecio por el Estado de derecho, la separación de poderes y la igualdad de los españoles. ¿Y Koldo? Koldo al lado de Puigdemont es un panoli y un pringado, el parapeto de Ábalos, que a su vez es un simple cortafuegos de Sánchez.

La cortina de humo será la amnistía total para los golpistas aunque se les acuse de terrorismo y de traición. La amnistía es la comisión que se cobra Puigdemont por mantener a Sánchez en la Moncloa. Negocio redondo para los dos, sin facturas, totalmente en negro. Sánchez tiene cuerda para rato. Como mínimo hasta que Puigdemont, en España o en su guarida de Waterloo, decida activar el botón de otro referéndum separatista. Y eso suponiendo que Sánchez no tenga en mente montar él mismo ese mismo referéndum. Tratándose del tipo que se subió a un Peugeot y se bajó de un Falcon se puede esperar cualquier cosa.

Puigdemont ha dicho que la amnistía está hecha y que hay que empezar a pensar en retomar el hilo del 1-O. Entra dentro de la lógica que si el golpe de Estado deja de ser delito por la amnistía el expresidente de la Generalidad se plantee seriamente la reincidencia. Así lo viene diciendo desde que se metió en un maletero. Y frente al chantaje permanente del independentismo, el plan de Sánchez es ceder en todo, como con Marruecos, porque cree que los independentistas prefieren estar en su España que en una Cataluña independiente, que él es el antídoto del independentismo. Hasta ahí llega su ego, esa inmensa autoestima. Sánchez está dispuesto a convertir las mascarillas en tapabocas, en plan "sujétame el cubata" que la culpa es de Ayuso. Él sí que lo va a volver a hacer. Puigdemont, puede, pero Sánchez, seguro. Estamos hablando del hombre al que sorprendieron forzando una urna detrás de una cortina. Ábalos no le llega ni a las suelas de los zapatos. En cuanto a la corrupción, una nimiedad, nada que no se arregle esparciendo infundios del estilo que Koldo iba a reunirse con un Alberto sin apellido en una calle Génova sin número.

QOSHE - Socialismo de cuñados - Pablo Planas
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Socialismo de cuñados

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05.03.2024

Pedro Sánchez pretende tapar la corrupción con más corrupción. La basura le llega al cuello. Los pelotazos de las mascarillas apestan a ese socialismo tan característico de barra americana y zarzuela de marisco. Socialismo de cuñados le llaman. El tito Berni, Koldo, el chófer de la coca de los ERE, los típicos conseguidores. Sánchez se inmuta lo justo. No le temblará el pulso si tiene que achicharrar a Armengol, a Illa, a Marlaska y a quien haga falta. A María Jesús Montero se le puede poner cara de Lastra en cualquier momento. Y a un tal ministro Torres le huele el trasero a Ábalos. Pero la jugada maestra va a ser aprobar la amnistía de Puigdemont en un........

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