La fabulosa leyenda y celebración de los Magos de Oriente a Belén (Unamuno tronaba contra los que los convertían en Reyes cuando no hay sustento sólido para tal coronación) es uno de los grandes inventos de las Iglesias cristianas, sobre todo la Católica, para producir ilusión a raudales en los niños y en las familias independientemente de sus posibilidades económicas.

Cuando yo era niño mi padres no tenían otra cosa que su trabajo, el de administrativo público y las labores de la casa, para tratar de satisfacer la famosa carta a los Reyes Magos, otro maravilloso artilugio para invitar a padres e hijos a aprender a leer y escribir. Cierto es que pocas veces me trajeron lo que pedí, pero siempre traían algo, o unos juegos reunidos, unos cuadernos y una caja de lápices de colores Pino con su goma Milán.

Yo tenía amigos cuyas familias tenían posibles más amplios y lograban futbolines, billares, balones de reglamenta, botas de fútbol y demás, pero no recuerdo ni un deje de envidia, ni una mirada de odio por la extraña distribución de regalos de los Magos, ni siquiera un reproche. Era tanta la ilusión que nos invadía que hacíamos pocas preguntas sobre las desigualdades y jugábamos en común con lo que cada uno aportaba.

Han pasado muchos años de aquello y la visita de los Magos sigue siendo un espectáculo familiar y civil extraordinario. Al igual que nosotros cuando nos pintábamos la cara con betún del chungo para parecer beduinos del desierto y figurar en el séquito de alguna de sus Majestades, mi nieta se ha abetunado para hacer lo mismo. Es curioso cómo algunas costumbres derivadas de ideas afortunadas siguen produciendo ilusión en las nuevas generaciones.

Este año no he esperado al día 6 de enero para escribir mi carta imaginaria a los Reyes Magos y ni siquiera he esperado al regalo. Conocedor ya –qué descubrimiento— de que ellos no son los padres sino algo que va más allá de cada familia y enhebra una tradición de siglos, les pedí un libro y sin aguardar a oler sus camellos, lo compré en Internet.

El libro se llama La izquierda traicionada, de Guillermo del Valle, jacobino impulsor de un nuevo partido de izquierdas en España, que se presenta arropado por dos viejas figuras de la izquierda que hoy no manda, Juan Francisco Martín Seo y Félix Ovejero. ¿Traicionada? ¿Por quiénes? ¿Por los socialdemócratas que han aceptado ideas liberales para el progreso de la economía y, consecuentemente, han tenido que ir degenerando hacia posiciones identitarias y nacionalistas (feminismo, homo-trans-sexuales, bienestar animal y más allá de todo, el nano-nacionalismo racista en lo cultural)?.

Esto es, estamos ante un libro de añoranzas reunidas que pretenden meter la marcha atrás y volver a posiciones que se consideran tradicionales en al social-comunismo europeo. Por ello, me pregunté si en algún momento del libro se hacía una reflexión sobre la "cientificidad" del marxismo, sobre sus fundamentos mitológicos decimonónicos, y sobre los abundantes errores y ausencias contenidos en sus "sagradas escrituras".

Por otra parte, me preguntaba si en alguna parte del libro se hacía un examen de conciencia sobre el comportamiento en la izquierda española en la guerra civil, no sólo por haber participado directamente en su desencadenamiento, algo obvio desde el golpe de estado de 1934 y las declaraciones de muchos de sus dirigentes, sino por la crueldad exhibida en la retaguardia que raya en lo feroz, en lo animal, en lo extraño a toda civilización. Estoy repasando los datos ciertos del terror rojo en Andalucía por el libro que mi amigo Paco Pérez Roldan está preparando sobre el tema, y no logro explicarme el salvajismo deliberado contra los que sostenían creencias u opiniones contrarias.

Como nadie en la izquierda española ha tenido el gesto necesario de reflexionar sobre los propios demonios, me dije que este podría ser el libro. Pero no. Ni en la primera de las reflexiones anheladas ni en la segunda, hay aportaciones. El marxismo, en general, sigue siendo una ideología benéfica para los pobres –en realidad, jamás ha pensado en los pobres sino en la "ciencia" dialéctica de la historia—, y la guerra civil española sólo fue obra de un dictador atroz, Franco, ya que la izquierda fue víctima y no verdugo de los ciudadanos de una República en la que pocos creyeron.

Los Reyes Magos no me han traído lo que quería. Estoy acostumbrado. El año que viene volveré a pedir otro libro que reflexione sobre una izquierda que deje el marxismo (y sus violencias) en el cementerio de la historia y reconozca que en nuestra guerra y sus horrores tuvo una esencial responsabilidad. Sin esos dos regalos, no creo que alguna izquierda española vaya a ser esperanzadora para la construcción de un futuro común. Aunque, dicho sea con escepticismo, un paso es un paso. Y este libro lo es.

QOSHE - Los Reyes Magos y la izquierda española - Pedro De Tena
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Los Reyes Magos y la izquierda española

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08.01.2024

La fabulosa leyenda y celebración de los Magos de Oriente a Belén (Unamuno tronaba contra los que los convertían en Reyes cuando no hay sustento sólido para tal coronación) es uno de los grandes inventos de las Iglesias cristianas, sobre todo la Católica, para producir ilusión a raudales en los niños y en las familias independientemente de sus posibilidades económicas.

Cuando yo era niño mi padres no tenían otra cosa que su trabajo, el de administrativo público y las labores de la casa, para tratar de satisfacer la famosa carta a los Reyes Magos, otro maravilloso artilugio para invitar a padres e hijos a aprender a leer y escribir. Cierto es que pocas veces me trajeron lo que pedí, pero siempre traían algo, o unos juegos reunidos, unos cuadernos y una caja de lápices de colores Pino con su goma Milán.

Yo tenía amigos cuyas familias tenían posibles más amplios y lograban futbolines, billares, balones de reglamenta, botas de fútbol y demás, pero no recuerdo ni un deje de envidia, ni una mirada de odio por la extraña distribución de regalos de los Magos, ni siquiera un reproche. Era tanta la ilusión que nos invadía que hacíamos pocas preguntas sobre las desigualdades y jugábamos en común con........

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