Hace un par de días, una simpática familia asiática tuvo una sorpresa desagradable al querer entrar al país, ellos habían contratado un tour por Sudamérica que incluía Perú, Chile, Argentina y Brasil, pero no Bolivia. Como habían visto muchas fotos de Bolivia, y en especial del Salar de Uyuni, insistieron en que aprovechando que estaban en el Perú al final del periplo organizado, y nada menos que en Puno, (el tour, luego de visitar la parte peruana del Titicaca volaba a Lima desde Juliaca), decidieron hacer una extensión, y quedarse unos días más para llegar al famoso Salar de Uyuni.

La familia en cuestión viene de Singapur, que como es sabido, es un país muy moderno y muy rico, no tiene muchos habitantes, pero a todos les va muy bien, su calidad de vida compite con la de los países europeos más ricos. Allá no tenemos un consulado, algo comprensible, y que tal vez tampoco sea necesario, sobre todo en estos tiempos cibernéticos. De cualquier manera, cuando el señor W ( con esa letra comienza su apellido) organizó la extensión de su viaje, entró a una página que halló buscando “Visa for Bolivia”, y le apareció una página del consulado en Washington DC, allí se interiorizó de los requisitos, (que dicho sea de paso son muchos), y marcó el link que lo llevaba al costo de la visa, y este decía claramente 0, vale decir, la página web oficial del consulado de Bolivia en Washington DC, dice sin lugar a dudas, y sin ninguna otra especificación, que la visa es gratuita.

La sorpresa vino en el vetusto y desaseado edificio de migración en Desaguadero, cuando en la ventanilla les explicaron que debían pagar 120 dólares por persona, en efectivo y con billetes que no tuvieran ninguna ajadura, o no se les daría el sello de ingreso. La otra opción era volver a Puno y requerir allí la visa en el consulado de Bolivia, donde el costo sería de 30 dólares. Aparte de la incomodidad, esa opción era imposible para los turistas, porque tenían un vuelo esa misma tarde a Sucre.

Ante las circunstancias, no les quedó otra opción que pagar ese dinero, y no vamos a decir, que eso empobreció a los señores W, pero obviamente causó la peor impresión que un visitante puede tener.

El tema va más allá de esta desagradable y costosa anécdota, (que ciertamente nos puede avergonzar), pedir visa para visitar nuestro país tanto a estadounidenses, como a gente de cualquier país es un absurdo, y es un disparo en el pie. No es una casualidad que el grupo en el que vinieron a Sudamérica los protagonistas de nuestra historia, tuvieran un tour que no incluía Bolivia.

Los países exigen visa para evitar que personas de países más pobres entren en calidad de turistas y se conviertan en inmigrantes “ilegales”, en el caso de Bolivia, ese recaudo no debe darse, nadie se quiere quedar en nuestro bello país porque es muy pobre, más allá de las grandilocuencias y fantasías del presidente Lucho. Aclaremos, ni los venezolanos se quedan.

Entre las políticas para fomentar el turismo, una importante es borrar todas las trabas burocráticas existentes, y eso pasa por acabar con la exigencia de visas, y claro más todavía con sorpresas como las que he descrito líneas arriba.

Hace un par de semanas me tocó acompañar a un grupo de 30 pasajeros alemanes en su entrada a Bolivia por la frontera de Kasani, allí se exigió en plena carretera a que todos abrieran sus maletas para que la funcionaria revisara el contenido de estas. Fue una incomodidad, pero se lo tomó con humor, hasta daba para sacar fotos, y contar una historia más del viaje a los Andes, y a la exótica Bolivia. La familia W de Singapur, que tuvo que pagar sin aviso previo, y sin anestesia, 480 dólares, también contará su historia, pero no como algo divertido.

Cabe además cuestionar, cuán legal fue ese cobro, el recibo era por 300 UFV, que no hacen 120 dólares tampoco, sino al cambio de Lucho, u oficial, 106, curiosa forma de cobrar en la frontera.

QOSHE - Para (des) incentivar el turismo - Agustín Echalar Ascarrunz
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Para (des) incentivar el turismo

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24.12.2023

Hace un par de días, una simpática familia asiática tuvo una sorpresa desagradable al querer entrar al país, ellos habían contratado un tour por Sudamérica que incluía Perú, Chile, Argentina y Brasil, pero no Bolivia. Como habían visto muchas fotos de Bolivia, y en especial del Salar de Uyuni, insistieron en que aprovechando que estaban en el Perú al final del periplo organizado, y nada menos que en Puno, (el tour, luego de visitar la parte peruana del Titicaca volaba a Lima desde Juliaca), decidieron hacer una extensión, y quedarse unos días más para llegar al famoso Salar de Uyuni.

La familia en cuestión viene de Singapur, que como es sabido, es un país muy moderno y muy rico, no tiene muchos habitantes, pero a todos les va muy bien, su calidad de vida compite con la de los países europeos más ricos. Allá no tenemos un consulado, algo comprensible, y que tal vez tampoco sea necesario, sobre todo en estos tiempos cibernéticos. De cualquier manera, cuando el señor W (........

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