La discriminación consiste en dar un mal trato e injusto a otra persona o grupo por diferencias étnicas, situación económica, religión, género, nacionalidad, opiniones políticas, orientación sexual, edad, forma de vestir, obesidad, enfermedades infecciosas (lepra, VIH, tuberculosis, covid-19), trabajo sexual, discapacidad física o mental, personas que consumen drogas, etc, expresa una supuesta superioridad de unas personas con relación a otras y crea desigualdades.

Desde el nacimiento, nuestro cerebro recibe grandes cantidades de información que son transmitidas por los conocimientos, las actitudes y comportamientos que tienen los padres, la familia y la sociedad. Estas situaciones de la vida cotidiana estructuran al cerebro inconscientemente para confiar en aquello que nos resulta correcto, y si desconfía habrá reacciones de discriminación y estigma según la educación recibida, que constituyen las raíces de la discriminación y del estigma.

El estigma es tan antiguo como la misma historia humana, la palabra es de origen griego y se refiere a la marca física que se deja con fuego o con cuchillo en las personas o grupos considerados raros o inferiores. En la actualidad, las marcas físicas han desaparecido, pero el estigma permanece, basado en los mismos factores que determinan la discriminación.

El estigma y la discriminación están asociadas con estereotipos y prejuicios sociales, positivos o negativos. Son apreciaciones que todos usamos para clasificar a personas conocidas o desconocidas y que determinan nuestra reacción hacia ellos en función de nuestras percepciones según la educación e información que se almacena en nuestro cerebro desde la infancia.

Los efectos del estigma y la discriminación en las personas que sufrieron han ocasionado sentimientos de culpa, injusticia, estrés, agresividad, tristeza y depresión,y en algunas situaciones recurrieron al suicidio.

Históricamente, han existido numerosas enfermedades con carácter de estigma, como la lepra y la peste a la que hace referencia la Biblia; en épocas más recientes, son la sífilis y la tuberculosis, y actualmente el VIH que están asociados a comportamientos que recaen en juicios morales.

El VIH/sida está vinculado con los prejuicios sexuales de dogmas religiosos, posiciones políticas estrechamente relacionadas con iglesias fundamentalistas que son fortalecidas por sus prejuicios hacia la comunidad lesbiana, gay, transexual, bisexual e intersexual, trabajadoras sexuales y personas que consumen drogas. El resultado es que estas poblaciones vulnerables no asisten a servicios de salud por temor a ser discriminadas y la consecuencia es que no pueden recibir la información que podría protegerlas del VIH/sida y otras infecciones de transmisión sexual o el tratamiento respectivo, si así lo requieren. Los que discriminan para protegerse de supuestos grupos “peligrosos” crean una situación que puede ponerlos a ellos mismos en peligro.

La base de la discriminación y el estigma suele ser la ignorancia que determina el temor al VIH/sida al considerar que es una infección contagiosa con el solo contacto. Es preciso recordar que el VIH es una infección que se transmite por la vía materno fetal, sanguínea y sexual. El Covid-19 sí es una infección viral contagiosa, como el sarampión, la tuberculosis, etc, que se adquieren con simple proximidad física.

La ignorancia y la ausencia de reflexión alimentan el miedo de enfermarse y morir; entonces recurren al dogmatismo religioso, el fanatismo político y utilizan el nombre de Dios para justificar sus actos. Actualmente, hay muchas personas que están tan cegadas con los “principios” religiosos o políticos que éstos les impiden comprender la esencia humana y la diversidad de la vida en sus diferentes aspectos. Tampoco están motivadas a informarse para comprender la variedad de la naturaleza y la vida. Es más fácil culpar a otros de los males de una sociedad, en especial si se trata de las minorías de cualquier comunidad.

Para el Instituto para el Desarrollo Humano, es vital informar y sensibilizar a profesionales, autoridades, organizaciones, padres de familia y población sobre el VIH/sida, las diversidades sexuales y la violencia sexual en sus diferentes formas para que comprendan los efectos nocivos que tiene la estigmatización y la discriminación a las personas o grupos de población.

El artículo 14 de nuestra Constitución Política, menciona que: El Estado prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en diversos aspectos que son importantes para convivir en democracia, ejercer nuestros derechos” y cumplir también con nuestras obligaciones desde el presidente hasta cualquier ciudadano.

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Las raíces de la discriminación y el estigma

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11.03.2024

La discriminación consiste en dar un mal trato e injusto a otra persona o grupo por diferencias étnicas, situación económica, religión, género, nacionalidad, opiniones políticas, orientación sexual, edad, forma de vestir, obesidad, enfermedades infecciosas (lepra, VIH, tuberculosis, covid-19), trabajo sexual, discapacidad física o mental, personas que consumen drogas, etc, expresa una supuesta superioridad de unas personas con relación a otras y crea desigualdades.

Desde el nacimiento, nuestro cerebro recibe grandes cantidades de información que son transmitidas por los conocimientos, las actitudes y comportamientos que tienen los padres, la familia y la sociedad. Estas situaciones de la vida cotidiana estructuran al cerebro inconscientemente para confiar en aquello que nos resulta correcto, y si desconfía habrá reacciones de discriminación y estigma según la educación recibida, que constituyen las raíces de la discriminación y del estigma.

El estigma es tan antiguo como la misma historia humana, la palabra es de origen griego y se refiere a la marca física que se deja con fuego o con cuchillo en las personas o grupos considerados raros o inferiores. En........

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