Ese título está puesto con toda deliberación, conocimiento de causa, precisión descriptiva, justicia interpretativa y, además, como ayuda memoria.

Seguimos viviendo las consecuencias del fraude montado por el cocalero, el 2019. El cocalero: otro término descriptivo que es una barbaridad que nunca haya sido cuestionado o evaluado con todas sus implicaciones.

El personaje, no olvidemos, jamás abandonó su liderazgo (ni su sueldo) de las grandes federaciones del complejo coca-cocaína. Actualmente y de hace rato, que coca es cocaína y de una vez ese hecho también debiera ser abiertamente reconocido y considerado con todas sus consecuencias, sin ignorar sus efectos.

Y otra vez sobre ese título, puesto tan intencionadamente. Es que el fraude de Evo Morales no se olvida, no debe olvidarse, aparte de que no es un delito menor y es importante que de una vez se destape, que el país entero haga su propia catarsis y se cure las heridas y violencias causadas por Morales con su fraude. Palabras soñadoras, que seguramente nunca se cumplirán.

De no ser por su profunda obnubilación, por ejemplo, Arce declararía de una vez una amnistía general. Pero lo que hace(n) es decretar más bien una amnesia puntual: que todos olviden que hubo fraude.

Igual, no puede ser (pero lo es) que todo un país sea arrastrado a la mentira y se quiera mantenerlo sobre las patas rotas de la falsedad.

Nada bueno puede salir de esa matriz, productora de individuos y ciudadanos taimados, acostumbrados al delito político, al sistema generalizado de prebenda y anestesiados, indiferentes, fatalmente resignados.

Y ahí tenemos encima, otra vez, al mismo que hizo el fraude y mil tropelías más, queriendo volver otra vez, a toda costa, sea como sea, al precio que fuere, a ser presidente.

A este peligroso individuo (así es como hay que tomarlo hoy) no le importaría incendiar el país entero, ni que los “humildes” de los que se dice líder, vayan a morir por él; todo con tal de subir otra vez a “su” millonario avión. Comprárselo, hay que recordarlo, fue el disparo de salida de la corrupción desbocada.

Al consentir a tan ubuesco personaje, la sociedad boliviana (quién sabe qué es eso pero mantengamos la expresión) consiente al mismo tiempo en tirar la cadena para irse ella misma camino a la alcantarilla, donde hace rato ya se domiciliaron los personajes del actual sistema judicial. “Fiscales”, “magistrados”…

Suena casi increíble, hoy, que quien acabó haciendo fraude fuera el mismo que en 2005, y buena parte de su mandato, generó tan fantásticos cuentos de hadas, y que tantos se creyeron.

Hasta que, en una cruel vuelta de tuerca, y para seguir con el hilo de dichos cuentos, todos hubieron de aprender que allá donde se creía haber visto un príncipe, no había más que un sapo.

En cuanto a los cuentos de hadas, estos hicieron gala de sacar a relucir toda la utilería conceptual de las izquierdas universitarias: la rebeldía del subalterno, la decolonialidad, la aniquilación de la ‘derecha’, el rechazo al ‘imperio’ capitalista, el “pueblo” al poder y demás clichés, mientras millones de latinoamericanos, aunque sea a pie, atraviesan el continente huyendo de sus dictaduras y tratando de colarse a Estados Unidos. A esos tampoco los ven. Aunque sean millones.

Son muchas las preguntas, e incluso las sospechas, en torno al imaginario de la población boliviana media, sobre todo después de la gran decepción que buena parte de ella padeció, cuando a manos de Janine Áñez y amigos se perdió todo lo que se había logrado y ganado los gloriosos días de las barricadas, cuando parecía que esta vez sí estábamos echando, y sí los echamos, a Evo y sus cómplices. Los cuales rápidamente retornarían, con gran votación: Áñez y quienes la rodeaban lo hicieron tan mal que una especie de resignado “ni modo” volvió a inclinar el platillo a favor de los peores.

¿Causaron esas derrotas y decepciones, más los vengativos encarcelamientos actuales, un desánimo general en quienes en su día estuvieron al pie de las barricadas, cuando el hartazgo rebullía? Difícil establecerlo.

Pero recuérdese el hermoso grito que se oía aquellos días, por todas partes: “¿Evo de nuevo? ¡Huevo carajo!”.

Sin embargo, ahí lo tenemos, al mismo, pocos años después, queriendo subir de nuevo, sea como sea, a como dé lugar.

Y no hay que dejar de preguntarse: ¿Qué tipo de país es aquel en que se tolera un fraude eleccionario, y a un fraudulento?

El autor es escritor

QOSHE - Evo, el Fraudulento - Juan Cristóbal Mac Lean E.
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Evo, el Fraudulento

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26.12.2023

Ese título está puesto con toda deliberación, conocimiento de causa, precisión descriptiva, justicia interpretativa y, además, como ayuda memoria.

Seguimos viviendo las consecuencias del fraude montado por el cocalero, el 2019. El cocalero: otro término descriptivo que es una barbaridad que nunca haya sido cuestionado o evaluado con todas sus implicaciones.

El personaje, no olvidemos, jamás abandonó su liderazgo (ni su sueldo) de las grandes federaciones del complejo coca-cocaína. Actualmente y de hace rato, que coca es cocaína y de una vez ese hecho también debiera ser abiertamente reconocido y considerado con todas sus consecuencias, sin ignorar sus efectos.

Y otra vez sobre ese título, puesto tan intencionadamente. Es que el fraude de Evo Morales no se olvida, no debe olvidarse, aparte de que no es un delito menor y es importante que de una vez se destape, que el país entero haga su propia catarsis y se cure las heridas y violencias causadas por Morales con su fraude. Palabras soñadoras, que seguramente nunca se cumplirán.

De no ser por su profunda obnubilación, por ejemplo, Arce declararía de una vez una........

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